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ESCENAS DE LOS VIAJES A LOS CAMPESTRES MV 154

Gran parte del programa de asistir a un campestre tras otro, aunque arduo, llegaba a ser algo rutinario, pero en la temporada de 1870 hubo varios sucesos de interés especial. MV 154.3

El viaje en carro a Marion, Iowa MV 154.4

Nos despertamos a las cuatro. A las cinco estábamos en viaje. A las siete paramos cinco carretones dobles, bien cargados, para desayunar. En la llanura abierta Jaime y yo caminamos alrededor de dos kilómetros y medio (una milla y media). Estábamos dispuestos a andar en los carretones cuando éstos aparecieron. Al mediodía nos detuvimos en un hermoso bosquecillo. Entonces dimos alcance a los animales y transportes procedentes de Pilot Grove. Había trece carretones bien llenos de hombres, mujeres y niños. Había en total unas 100 personas. MV 154.5

Por la noche nos quedamos en una arboleda. Se armaron las carpas y luego celebramos una reunión en la carpa grande para familias. Acudieron los vecinos. Mi esposo habló y yo le seguí. Tuvimos una reunión interesante, cantando, hablando y orando. Nos retiramos a descansar, pero yo estaba demasiado cansada como para dormir, hasta cerca de la medianoche. MV 154.6

Nos despertamos a las tres y media, y a las cuatro estábamos en camino. Encontramos que todos tenían las carpas desarmadas y empaquetadas. La nuestra estuvo pronto lista y nuevamente partió nuestra caravana. Todos mantenían el orden. A las seis y media nos detuvimos en la pradera y armamos un fuego grande, y todos nos reunimos para un período de oración. Luego consumimos nuestra humilde comida y pronto estábamos nuevamente en viaje. MV 154.7

A la una estábamos en el terreno del campamento y nos sentíamos débiles y cansados. Nos sentimos renovados al comer un almuerzo caliente. En la tarde se armó nuestra carpa e hicimos nuestra cama. Nos acostamos sobre un buen colchón relleno de paja y dormimos dulcemente (Carta 9, 1870). MV 155.1

La siguiente escena procede de un informe de Jaime White sobre un viaje en un barco fluvial en el Mississippi. MV 155.2

Actividades en el barco MV 155.3

En nuestro viaje río arriba, encontramos muchas balsas de madera, muy grandes, desplazándose río abajo. Sobre ellas se levantan casuchas en las que los hombres cocinan y duermen. Mientras pasábamos junto a una balsa grande en la cual había probablemente cuarenta hombres, observamos a un hombre que nadaba hacia el barco, mientras otros agitaban sus sombreros y gritaban:” ¡ Diarios! ” Estos eran arrojados inmediatamente por encima de la borda, y el nadador los reunía y los llevaba a la balsa. En pocos momentos podían secarse y estar listos para ser leídos. MV 155.4

Esto le dio a Willie una nueva idea. Inmediatamente fue a mi maleta de viaje en busca de libros sobre la verdad presente y una cuerda, y le pidió al fogonero trozos de carbón. Entre dos panfletos ataba un trozo de carbón, y cuando pasábamos a una distancia accesible hacíamos caer los libros exactamente sobre las balsas. Los robustos leñadores los tomaban ávidamente. Dios bendiga la verdad así distribuida (RH, 5 de julio, 1870). MV 155.5

Los White no eran los únicos adventistas que viajaban por el río para ir al campestre. Esto dio la oportunidad para compartir la fe sin proponérselo mediante el canto, según lo que informó Jaime White: MV 155.6

Servicio de canto a bordo de un barco MV 155.7

Cuando el sol se hundió detrás de los riscos en el lado de Iowa, el aire se volvió más fresco y el anochecer era delicioso. Los miembros de nuestro grupo estaban sentados juntos en frente de la oficina del empleado, en la proa del barco, cuando empezamos a cantar la buena tonada del himno “Descansando en Él”. Hicimos esto sólo para nuestra propia diversión y devoción, sin esperar que atraeríamos la atención. Pero tan pronto como terminamos dos estrofas e hicimos una pausa, todos a nuestro alrededor aplaudían y marcaban el ritmo con los pies, y al mirar a nuestro alrededor, vimos que nuestros compañeros de viaje estaban todos reunidos en la parte de adelante del barco, justo a nuestras espaldas pidiendo: “¡Dennos algo más!” “¡Prueben de nuevo esa melodía!” MV 155.8

Pedimos disculpas por perturbarlos con nuestros modestos cantos... Pero como ellos siguieron pidiendo más, les cantamos dos estrofas de “Ejército Celestial”, y les rogamos que nos excusasen (Ibíd.). MV 156.1

Jaime escribió que algo menos de 100 pasajeros estaban en el barco. Un joven se aproximó, se dirigió al pastor White por nombre, y le dijo que lo había oído predicar en Johnstown, Wisconsin, en el otoño de 1868. Debe haberle mencionado esto a otros pasajeros, entre ellos a un hombre de Ohio, que estaba en viaje a Minnesota para mejorar su salud. MV 156.2

Una reunión vespertina improvisada a bordo del barco MV 156.3

El caballero enfermizo de Ohio... nos dijo: “Se rumorea en este barco, Sr. White, que su esposa es una oradora pública, y cada pasajero se me unirá en pedirle que hable en la cabina para damas, si ella consintiese”. MV 156.4

Después de un momento para consultar sobre si era propio hacerlo y sobre el tema conveniente, regresamos con una respuesta afirmativa. Pronto se arreglaron los asientos, se ofreció una corta oración, y la Sra. White escogió la gran idea de que Dios —su sabiduría, amor, y aún su amor por lo hermoso— podía verse a través de las bellezas de la naturaleza. El tema fue hecho más interesante mediante referencias a los paisajes grandiosos y hermosos del viaje del día yendo aguas arriba por el viejo Mississippi. MV 156.5

Nunca vimos una audiencia más atenta. Llegaron las nueve, y una docena de personas de rostros de color estaban esperando, listas para preparar camas extras en el mismo cuarto que estábamos usando como capilla, de modo que concluimos la reunión y buscamos dónde descansar por la noche (Ibíd.). MV 156.6

A veces cuando Jaime y Elena White habían planeado un viaje en su ministerio, una enfermedad de ella hacía que el viaje pareciese enteramente imposible, pero teniendo en cuenta en sus planes a la providencia de Dios, lo empezaban por fe y Dios los sostenía. En el día en que debían asistir a cierto campestre, Elena estaba muy enferma. Había estado en cama por dos días, pero pensaba que por lo menos debía intentar ir. Le escribió sobre esto a Willie: MV 156.7

“Abran paso para una mujer enferma” MV 156.8

No estaba vestida [para salir de la casa] el miércoles y sólo lo estuve por un corto tiempo el jueves de mañana, hasta que me vestí para salir de viaje yendo en los coches... Cuando llegamos a Jackson había una feria del Estado, y jamás había visto tanta gente. Estaban decididos a amontonarse en la plataforma. MV 156.9

Tu padre salió corriendo conmigo sosteniéndome de su brazo. Puso su hombro contra la gente, gritando: “Abran paso para una mujer enferma. Despejen el camino para una mujer enferma”. Corrió a través de la multitud, me llevó aparte y me encontró un asiento. Adelia Van Horn estaba a mi lado. Él fue a buscar el carruaje y los animales del Hno. Palmer (Carta 13, 1870). MV 156.10

Los viajes de los White los llevaron a lugares recién colonizados donde a veces los caminos eran muy difíciles de transitar. En una ocasión en Missouri este hecho los puso en una situación penosa pero de alguna manera cómica, descrita en una carta a Edson y Willie: MV 157.1

Varados en un mar de barro MV 157.2

Hablé cinco veces en Hamilton. Empezamos el viaje para visitar a una familia desconsolada que sufría por la pérdida de un hijo de 14 años. Papá predicó el sermón para el funeral en la capilla metodista. El Hno. McCollester nos proveyó un carretón doble y caballos. MV 157.3

Viajamos primorosamente por tres kilómetros (dos millas) hasta que tratamos de cruzar un pantano. Estando en el centro de un gran barrial, los caballos quedaron empantanados o atascados. El barro llegaba a la barriga de los caballos. No podían seguir. Lucharon hasta quedar aplastados sobre el barro. MV 157.4

No sabíamos qué hacer. Papá caminó sobre la lanza del carretón y separó a los animales entre sí [y del carretón], y luego usó el látigo y los caballos, después de hacer un esfuerzo formidable, lucharon hasta llegar a tierra firme, dejándonos a nosotros en el carretón en un mar de barro. MV 157.5

Papá decidió aventurarse a salir sobre la lanza y corrió rápidamente sobre la parte más dura del barro. El barro duro lo sostuvo. Trató de conseguir una madera para que yo caminase sobre el barro. Yo no tenía chanclos de goma. La madera se negó a desprenderse de los postes de roble. MV 157.6

Decidí seguir el ejemplo de vuestro padre. Salí corriendo sobre la lanza y su mano se encontró con la mía y llegué sana y salva a tierra firme. Dejamos el carretón [en el barro] y los caballos [atados a la cerca] y caminamos de regreso a Hamilton, tres kilómetros (dos millas) (Carta 11, 1870). MV 157.7

Le dijimos al donante del carretón y los animales dónde estaban sus caballos, y él fue con sogas fuertes para ver si podía llevarlos a la casa (Carta 17, 1870). MV 157.8

Jaime y Elena White pasaron ocho semanas asistiendo a seis campestres en el Este, primero en Oneida, Nueva York; seguido por South Lancaster, Massachusetts; Bordeauville, Vermont; Skowhegan, Maine; Clyde, Ohio; y uno muy cerca, en Charlotte, Michigan. Fatigadamente Jaime tomó su pluma y escribió: MV 157.9

Nuestras labores han sido demasiado grandes para nosotros; y decidimos que no debiéramos celebrar más de dos campestres por mes, especialmente si tenemos que comenzar en mayo y continuar hasta octubre (RH, 4 de octubre, 1870). MV 157.10