Nadie estaba más consciente que Jaime White de la necesidad de hombres competentes en el cuerpo ministerial de la denominación. Reconocía que la obra importante del mensaje del tercer ángel requería un tipo especial de educación. A medida que la obra se expandía, la necesidad de escuelas de entrenamiento llegó a ser urgente. MV 158.8
Debido a su celo y previsión, el pastor White siempre estaba asumiendo más responsabilidades que las que sus fuerzas le permitían. En la sesión de la Asociación General de 1869 él estuvo de acuerdo en prestar servicio como: MV 159.1
Presidente de la Asociación General MV 159.2
Presidente de la Asociación Publicadora Adventista del Séptimo Día Director del Instituto de Salud MV 159.3
Pero ahora estaba comenzando a promover la idea de una escuela denominacional. En enero había propuesto a través de la Review que se comenzara una escuela en Battle Creek, y él pedía promesas para dicha empresa. Pero la idea no prendió fuego. MV 159.4
Luego en 1870 propuso que se presentara una serie de conferencias después de la sesión de la Asociación General. Al año siguiente hizo una propuesta similar, pero sin recibir una respuesta significativa. Finalmente, a comienzos de abril de 1872 Jaime y Elena White citaron a toda la Iglesia de Battle Creek para estudiar seriamente la idea de establecer allí una escuela. Entre las preguntas que se formularon estuvieron las siguientes: MV 159.5
¿Encararemos, como pueblo, el tema de la educación y formaremos una Sociedad Educacional? MV 159.6
¿Tendremos una escuela denominacional... para capacitar a jóvenes y señoritas a tomar parte, en forma más o menos pública, en la causa de Dios? MV 159.7
¿Se proveerá de algún lugar donde nuestros jóvenes puedan ir para aprender aquellas ramas de las ciencias que pueden poner en un uso inmediato y práctico, y al mismo tiempo ser instruidos en los grandes temas proféticos y en otras verdades de la Biblia? (RH, 16 de abril, 1872). MV 159.8
Se propuso que con acciones que costasen $10 cada una, la iglesia formase una sociedad “para levantar fondos con el propósito de alquilar, comprar o erigir edificios escolares, y procurar el equipo para la escuela”. Se dieron pasos para determinar cuál era el interés y qué apoyo podía esperarse. Se formó un comité permanente integrado por Uriah Smith y E. W. Whitney para fomentar el interés. Con Jaime White uniéndose a este comité, se dieron los siguientes pasos definidos y significativos: MV 159.9
“Resuelto, Que invitemos al Comité de la Asociación General para emplear maestros idóneos para la escuela en perspectiva; dar los pasos que se consideren apropiados para levantar los medios necesarios para el sostén [de la escuela] hasta que ésta llegue a autosostenerse; y efectuar la supervisión general de esta empresa”. MV 159.10
Siendo éste un movimiento en beneficio de la causa en general, los miembros del Comité de la Asociación General son las personas apropiadas para actuar en el establecimiento. De acuerdo con la resolución antedicha, de aquí en adelante su administración estará en manos de ellos. MV 160.1
Se ha decidido ahora comenzar la escuela el lunes próximo, 3 de junio. Se ha provisto un lugar y se ha ocupado un maestro. El primer período continuará por doce semanas, hasta el 26 de agosto. Los derechos de matrícula serán de $3 a $6, de acuerdo con los estudios que se cursen. MV 160.2
Como se ha declarado, el objetivo principal es ayudar a aquellos que consideran llegar a ser obreros públicos en la causa de la verdad. Por supuesto, aquellos que no tienen tal propósito en vista, pero que desean meramente adquirir una educación bajo las ventajas y en la sociedad aquí ofrecidas, están en perfecta libertad de asistir. Que vengan todos los que puedan, a tiempo para estar aquí en la inauguración, y otros tan pronto como les sea posible de aquí en adelante (Id., 14 de mayo, 1872). MV 160.3
George Butler, el nuevo presidente de la Asociación General, rápidamente se unió al grupo en apoyo de la idea de una escuela. El 22 de mayo escribió lo siguiente: MV 160.4
Queremos una escuela que sea controlada por nuestra gente donde se pueda rodear a los alumnos con influencias de un carácter moral que tenderán a preservarlos de aquellas influencias que son tan comunes y dañinas en la mayoría de las escuelas de hoy día; y en esta escuela queremos un departamento en el que aquellos que trabajarán en el ministerio, o en otras posiciones públicas útiles, puedan recibir la instrucción que los capacitará para los deberes de esos cargos (Id., 4 de junio, 1872). MV 160.5
A la siguiente semana, en el número del 11 de junio de la Review y bajo el título “La Escuela Adventista del Séptimo Día”, se anunció que la escuela se había abierto. El anuncio comenzaba con las siguientes palabras: MV 160.6
Esta escuela empezó en Battle Creek en la fecha designada, 3 de junio, con doce alumnos y el Hno. G. H. Bell como maestro. Desde entonces se han unido dos más. Éste es un mejor comienzo que el que nos habíamos aventurado a anticipar, en vista del breve tiempo transcurrido hasta el comienzo del proyecto, y el aviso que se dio necesariamente con tan poca anticipación (Id., 11 de junio, 1872). MV 160.7
George I. Butler preparó rápidamente un segundo artículo, titulado “Cultura Mental y el Púlpito”. En él destacó la importancia de una educación apropiada para aquellos que se ocupan en la obra más elevada y noble que Dios ha encomendado a los seres humanos. MV 160.8
A mitad del período escolar había 25 estudiantes regulares, pero entre 40 y 50 asistían a la clase de gramática, la que se celebraba por las noches para la conveniencia de los empleados de la Review. La escuela estaba marchando bien (Id., 16 de julio, 1872). MV 161.1
A los que sentían que éste era un comienzo pequeño se les recordó la parábola de la semilla de mostaza. MV 161.2
Esta semilla de mostaza creció hasta llegar a ser el sistema educativo adventista, que incluye la Universidad Andrews, la Universidad de Loma Linda, varios colegios en Norteamérica, universidades y colegios en países fuera de Norteamérica, academias y escuelas primarias. MV 161.3
La “escuela” se reunía temporariamente en cuartos del tercer edificio de la Review and Herald que acababa de construirse. MV 161.4
Los White no estuvieron presentes para la inauguración de la escuela, ya que alrededor de esa fecha estaban planeando su primer viaje a California. Pero esperaban ansiosamente las noticias de su progreso y de los planes para elegir un lugar y un edificio. MV 161.5
Aproximadamente un año más tarde, tras haber pasado un número de meses promoviendo la obra de evangelismo y asistiendo a campestres en California, los White regresaron a Battle Creek para asistir a la undécima reunión anual de la Asociación General. En su mensaje de apertura Jaime destacó las necesidades de la escuela: MV 161.6
Probablemente no hay una rama de esta obra que sufra tanto en el momento presente como la educación apropiada de hombres y mujeres para proclamar el mensaje del tercer ángel... Ahora, digo, queremos una escuela. Si me permiten, queremos una escuela denominacional... MV 161.7
Queremos una escuela en la cual puedan enseñarse los idiomas, especialmente los idiomas hablados y escritos de la actualidad, y que hombres y mujeres jóvenes puedan aprenderlos para prepararse a fin de llegar a ser impresores, editores y maestros; y si no podemos hacer más, [la escuela ha de ser un lugar] donde nuestros jóvenes que están por entrar en el ministerio, y también las mujeres, que han de ser trabajadoras en esta gran obra, puedan ser instruidos cabalmente en las ramas comunes, donde sus mentes puedan ser disciplinadas para estudiar; un sitio donde, si no fuera por más de tres meses, nuestros jóvenes pudieran tener la mejor instrucción, y durante ese tiempo, al menos puedan aprender de qué manera estudiar (Id., 20 de mayo, 1873). MV 161.8
Él no tenía dudas sobre la capacidad de los adventistas para proveer el dinero para la empresa de levantar una escuela, notando la liberalidad mostrada para levantar el segundo edificio de la Review and Herald. MV 161.9
La visión de Jaime llegaba mucho más allá de la necesidad inmediata de la escuela en Battle Creek. Se lanzó a hacer una presentación del lugar de la iglesia en las profecías que se estaban cumpliendo, y luego en cuanto a las responsabilidades que le incumben a la iglesia para exponer un mensaje mucho más allá de las limitaciones del idioma inglés. Esto requería tener publicaciones en otros idiomas, y también una escuela en la cual, entre otras cosas, los ministros pudiesen prepararse para trabajar en los idiomas de Europa. MV 161.10
No es de sorprenderse que cuando el congreso abordó los asuntos administrativos, uno de los primeros acuerdos rezaba así: MV 162.1
Resuelto, Que consideremos como deber imperativo de los Adventistas del Séptimo Día dar pasos inmediatos para la formación de una sociedad educacional, y el establecimiento de una escuela denominacional (Id., 18 de marzo, 1873). MV 162.2
Jaime y Elena White compartían una profunda preocupación: tener un cuerpo de ministros competente, bien preparado. Gran parte de las fuerzas de trabajo en el campo estaba formada por hombres autodidactas, intensamente consagrados quienes, habiendo alcanzado un buen grado de pericia a través del estudio diligente y la bendición de Dios, habían sido lanzados al ministerio público. Stephen N. Haskell y Dudley M. Canright eran ejemplos típicos. Canright, el hijo mayor en una familia campesina del sur de Michigan, había escuchado favorablemente la predicación del mensaje del tercer ángel en una reunión bajo carpa. Consiguió y devoró libros adventistas, estudió su Biblia día y noche, y pronto ansiaba convertir a otros a su fe recién hallada. Su primer converso fue su propia madre. MV 162.3
Alrededor de los 21 años de edad, Canright sintió el llamado al ministerio. Fue a Battle Creek, buscó a Jaime White, y pasó una hora con él. White relató el incidente: MV 162.4
Le dije: “No se conforme con ser un predicador de menor categoría, sino sea alguien, o muera tratando de llegar a serlo. No vaya para ser una persona mimada, sino salga al campo sintiendo el peso de la obra sobre usted, teniendo principios firmes, y no ceda”. MV 162.5
Lo último que hice fue regalarle una de nuestras Biblias en inglés, y un par de diagramas, diciéndole al mismo tiempo: “Dudley, lleve esto, y salga y pruébelo. Cuando se convenza de que ha cometido un error, traiga este material de vuelta”. MV 162.6
El próximo mayo, en el congreso, lo encontré y le pregunté: “¿Qué pasó con esos diagramas y la Biblia?” MV 162.7
Él replicó: “Hno. White, usted los ha perdido”. MV 162.8
¡Gracias a Dios! Me gustaría perder más de ellos en la misma manera. Juntamos recursos para comprar una biblioteca para el Hno. Canright y el Hno. Van Horn. Y yo les dije: “Cuando estudien, estudien con todas sus fuerzas, y cuando visiten, visiten con todas sus fuerzas, y hagan ejercicio en forma enérgica. Cualquier cosa que hagan, háganla con toda sus fuerzas” (Id., 20 de mayo, 1873 [ver también Carrie Johnson, I Was Canright’s Secretary(Fui la secretaria de Canright), pp. 12-14]). MV 162.9
Por el hecho de que Jaime White tenía dividido su tiempo ent re los intereses de la Asociación Publicadora y los pasos iniciales para poner en marcha una escuela denominacional, no podía irse muy lejos de Battle Creek. Los hermanos habían tratado de presionarlo para que ocupase la presidencia de la Asociación General, como también la de la Asociación Publicadora, pero él se había negado, y Elena lo apoyaba en esta posición. Sabía que él debía descansar o se hundiría bajo la presión. MV 163.1
Ella tenía razón, porque el martes 22 de abril, él tuvo su tercer ataque de parálisis. El ataque no lo incapacitó tanto como el primero, en agosto de 1865. Sin embargo, fue el más severo. Elena informó qué ocurrió: MV 163.2
Había consumido la mitad de mi almuerzo cuando llegó un mensajero con la noticia de que mi esposo había tenido otro ataque de parálisis. Me apresuré a ir a la casa y encontré el brazo derecho de mi esposo parcialmente paralizado. Lo ungimos con aceite y nos dedicamos a orar por su recuperación. El Señor vino muy cerca de nosotros mediante su Santo Espíritu. Mi esposo fue grandemente bendecido. Su brazo fue fortalecido. Sentimos la certeza de que mediante la bendición del Señor él se recuperaría. Nos trasladamos al Instituto. Mi esposo se siente alegre y feliz. Ahora considera firmemente que es su deber abandonar todo como las cargas en Battle Creek y pasar el verano en las montañas de Colorado (MS 6, 1873). MV 163.3
Al día siguiente, aunque era fresco, salieron a caballo, y existían evidencias de que Jaime estaba ejercitando su mente. Él pronto pudo ocuparse en diversas actividades, pero con fuerzas deterioradas, y a veces con considerable sufrimiento. Era ahora claro para todos que él estaba trabajando con un margen demasiado limitado como para permanecer en Battle Creek. Jaime y Elena se fijaron el propósito de ir a Colorado, pero era demasiado temprano en el año como para ir a las montañas, y había asuntos en Battle Creek que ellos necesitaban atender. De modo que se quedaron. Elena continuó con su trabajo de escribir, y Jaime pasaba algún tiempo en la oficina y en comités. Los dos hablaban ocasionalmente en la iglesia. MV 163.4
Mientras esperaban en Battle Creek para que Jaime recuperase sus fuerzas, los visitó brevemente G. I. Butler, presidente de la Asociación General. El pastor Butler vivía en Mount Pleasant, Iowa, y visitaba Battle Creek sólo ocasional. mente. Estuvieron contentos de conversar con él sobre una cantidad de asuntos importantes. Habían encontrado “un lugar sumamente deseable” para la escuela y el 6 de mayo de 1873, hablaron acerca de la ubicación de los edificios. MV 163.5