Go to full page →

Y AHORA, DE VUELTA AL TRABAJO: LAS PRIORIDADES MV 393

Elena de White siempre había tratado de conseguir un lugar adecuado para vivir ella y su personal. Por más que disfrutase de las comodidades de la vida, ellas nunca fueron el fin sino el medio para el fin: su obra especial. Se mudó a Elmshaven tan rápidamente como pudo, a mediados de octubre de 1900. MV 393.3

En una cantidad de visiones en Australia, se le revelaron claramente condiciones, situaciones y peligros que amenazaban a la iglesia. La correspondencia que le llegaba desde los Estados Unidos también descubría algunos de los problemas que se vislumbraban. Ahora debía enfrentarlos resueltamente y sin demora. MV 393.4

Estaba el asunto del desarrollo desproporcionado de la línea médico-misionera, que estaba colocando un énfasis especial en una obra, en Chicago dirigida a los parias, los borrachos y las prostitutas. La luz dada a Elena de White indicaba que cierta cantidad de este tipo de trabajo, realizado con las debidas salvaguardias, era esencial y adecuado, pero sólo rendiría poca cosecha duradera. Existía el grave peligro de un desequilibrio que desviaría la atención de los principales objetivos en la obra médica de la iglesia y, debido a las gravosas demandas financieras, cercenaría varias líneas de trabajo denominacional alrededor del mundo. De una fuente digna de confianza en Battle Creek, se le informó que el Dr. Kellogg finalmente había tomado una posición en contra de ella porque no lo respaldaba en el trabajo que estaba llevando a tales extremos. MV 393.5

Además estaba la situación en la cual el Dr. Kellogg estaba involucrado. Su creciente interés y promoción de una gran obra médica cristiana que sería no denominacional en su naturaleza y que no estaría ligada a un pequeño cuerpo religioso, era un motivo de creciente preocupación. MV 394.1

También se le habían dado visiones a Elena de White sobre un brote de fanatismo el cual, cuando se desarrolló, llegó a ser conocido como el movimiento de la carne santificada. Mientras estaba en Australia se le mostró en visión sus peligros y qué sucedería. MV 394.2

Estaba el trabajo entre la gente de color en el Sur el cual su hijo James Edson White estaba dirigiendo. MV 394.3

Estos eran algunos de los asuntos importantes que serían considerados en la sesión de la Asociación General, la cual se había planeado para que se realizase en febrero. La razón por la que sintió que debía dejar Australia en agosto era a fin de estar segura de que podría asistir a este congreso. Dirigentes de iglesia que pensaban cuidadosamente sobre estas cosas sintieron que esta reunión sería particularmente importante. MV 394.4

Se discutió mucho la cuestión del lugar donde se celebraría el congreso de la Asociación General de 1901. El acuerdo que se tomó en agosto en el Concilio Otoñal fue indefinido, con la idea de que Oakland era muy probablemente la ubicación preferida. Los factores que parecían señalar a Oakland como el lugar lógico eran la naturaleza delicada de la salud de Elena de White, su temor de un largo viaje al Este a mediados del invierno, y el estado del trabajo en California. No obstante, si bien ella temía regresar a Battle Creek en invierno, o en cualquier momento, debido a las cargas que recaerían sobre ella al regresar a esa ciudad después de una ausencia de diez años, en lo profundo de su corazón ella sabía que llegaría el momento cuando tendría que pasar algún tiempo en Battle Creek. En visiones de la noche le pareció estar dando su testimonio allí en el tabernáculo, y sabía que en algún momento debía regresar. MV 394.5

Finalmente, después de considerar cuidadosamente los pro y los contra de celebrar el congreso en Oakland o en Battle Creek, los miembros disponibles del Comité de la Asociación General en Battle Creek votaron el 10 de diciembre de 1900, tener la sesión de la Asociación General de 1901 en Battle Creek, del 2 al 23 de abril. Elena de White decidió asistir, pero su decisión no había estado exenta de algún costo para ella. Declaró: “Durante una semana antes de que consintiese plenamente en ir a Battle Creek, no dormí después de la una de la madrugada. Algunas noches estaba despierta hasta las once y muchas, hasta las doce. No he avanzado en base al impulso, sino por la convicción de que en esta oportunidad debo empezar en Jerusalén” (Carta 159, 1900). MV 394.6

Durante los últimos días de diciembre ella estuvo muy activa trabajando con las iglesias en el Área de la Bahía y en San Francisco y Oakland. Ella y el pastor A. G. Daniells fueron los principales oradores para la Semana de Oración. Estaba totalmente agotada cuando regresó a Elmshaven. Sin embargo, se sentía feliz con el resultado del programa de trabajo más bien arduo. El viernes siguiente estaba exhausta, y durante su baño vespertino se desmayó. Sara y Maggie consiguieron llevarla a la cama, donde tuvo que permanecer durante las dos semanas siguientes. Luego, tras levantarse demasiado pronto, sufrió una recaída y tuvo otro período de enfermedad. No obstante, ella mantuvo sus planes de asistir a la sesión de la Asociación General en Battle Creek, aunque Sara declaró que “no estaba en condiciones de ir a ninguna parte”, y sintió temor por el viaje que [la Sra. White] haría (MS 43a, 1901). MV 394.7

A medida que se acercaba el momento de iniciar su viaje al Este, ocupaba un lugar prominente en su mente la pregunta de dónde permanecería. El Dr. Kellogg la invitó a quedarse en el sanatorio, pero más tarde la invitó a ella y a su grupo a quedar en su propia casa. Tenía una casa grande de madera, de dos pisos, con suficiente lugar para albergar a los niños que él y su esposa habían acogido a fin de criarlos. Prometió que pondría una porción de la casa a disposición de Elena de White y sus ayudantas, e insistió en que ella aceptase la invitación. MV 395.1

¿Pero sería sabio quedar en la casa del doctor cuando giraba en tomo de él tanta controversia? Al principio ella sintió que no sería lo mejor. ¿No sentiría la gente que ella estaba bajo su influencia? Y luego pensó: “No importa con quién quede, se diría: Alguien ha estado hablando con la Hna. White, contándole en cuanto a la condición de la iglesia. Es por eso que ella habla como lo hace’ ” (GCB 1901, p. 204). MV 395.2

La respuesta vino en una manera muy impresionante. El viernes de noche, 15 de febrero, cuando se reunió con su familia en la sala de estar para el culto, se sintió profundamente abrumada por. la necesidad de tomar una decisión en cuanto a la invitación del Dr. Kellogg. Comenzó a orar al respecto. Al informar sobre lo ocurrido, ella escribió: “Le estaba pidiendo al Señor dónde debería ir y qué debería hacer. Me sentía inclinada a echarme atrás... Bien, mientras estaba orando y elevando mi petición, apareció, como ha ocurrido un centenar de veces o más, una suave luz dando vueltas por la habitación, y una fragancia como la fragancia de flores, de un hermoso aroma de flores” (MS 43a, 1901). Y una voz dijo: “Respecto a la cortesía de mi siervo, John Kellogg, el médico por designación mía. Él necesita aliento que tú puedes darle. Permite que él ponga su confianza en mí. Mi brazo es fuerte para levantar y sostener. Puede apoyarse en mi fuerza con seguridad. Tengo un trabajo para él. Él no debe fracasar ni desanimarse” (Carta 33, 1901). MV 395.3

¿Vieron la luz y notaron la fragancia otros que estaban arrodillados en oración ese viernes? Ésta es una pregunta muy natural que ella contestó al relatar el incidente el 11 de abril en la sesión de la Asociación General: “Aunque nadie en la familia vio lo que yo vi, u oyó lo que yo oí, sin embargo sintieron la influencia del Espíritu, y estaban llorando y alabando a Dios” (GCB 1901, p. 204). MV 395.4

De modo que la amable invitación del Dr. Kellogg fue aceptada. Elena de White y sus ayudantes quedarían en su casa. MV 396.1