El movimiento estaba creciendo. A medida que se extendía al Oeste, había familias de recursos que aceptaban el mensaje. Para algunos era difícil captar su responsabilidad de dar apoyo financiero a la causa que amaban. Durante los años 1857 y 1858 la situación se volvió desesperada. No había organización de la iglesia ni tampoco tesorería de la iglesia. Aquellos que se sentían llamados a entrar en el ministerio enfrentaban grandes sacrificios, porque dependían de donativos que se les entregaban al trasladarse de un lugar a otro. Se requería consagración y sacrificio. MV 70.1
John Loughborough informó respecto al apoyo financiero durante cuatro meses de servicio mientras celebraba reuniones bajo carpa en Illinois, que había recibido comida, alojamiento, gastos de viaje y unos $15 en etectivo. Esto no le dejaba mucho para llevar a la casa a su esposa, Mary. MV 70.2
“Durante todo el invierno de 1857-1858 —dijo—, recibí tres pasteles de azúcar de arce de 4 kilogramos (10 libras), 350 kilogramos de trigo (10 bushels), 175 kilogramos de manzanas (5 bushels), 175 kilogramos de papas (5 bushels), un jamón, la mitad de un cerdo pequeño, 9 kilogramos de frijoles y 4 dólares en efectivo. Esto, más la pequeña ganancia con nuestros pensionistas, me permitió llegar al fin del invierno en mejores condiciones que otros de nuestros ministros” (PUR, 6 de octubre, 1910). MV 70.3
Jaime y Elena White también estaban luchando. Mientras que algunos de los ministros tenían que abandonar su tarea de tanto en tanto y trabajar con sus manos para sostener a sus familias, Jaime White descubrió mientras viajaba entre los creyentes que estaban aquellos que necesitaban Biblias y otros libros. Él compraba materiales y los llevaba consigo, o los enviaba desde Battle Creek. Vendía estos materiales con una ganancia. MV 70.4
Las cosas habían llegado a un estado tal que debía encontrarse un plan permanente para proveer recursos financieros a la iglesia creciente. En estas circunstancias Elena de White le dijo a su esposo: “El Señor me ha mostrado que si tú convocas a los ministros para una reunión y haces que J. N. Andrews venga desde Waukon y celebre una clase bíblica, encontrarás que en las Escrituras hay un plan completo para sostener... la obra del ministerio” (lbíd.). MV 70.5
Jaime White pidió a Andrews que viniese a Battle Creek para dicho estudio, sobre el cual informó J. N. Loughborough. Varios obreros, incluyendo a J. N. Andrews, se reunieron por dos días en Battle Creek para estudiar un sistema de finanzas para la iglesia emergente que estuviese basado en la Biblia. El plan que se desarrolló fue presentado a la Iglesia de Battle Creek en una reunión de negocios el siguiente domingo de noche, 16 de enero de 1859. El propósito era inducir a todos a sostener la causa de la verdad presente y al mismo tiempo aliviar a algunos que habían dado por encima de su verdadera capacidad. MV 70.6
Se eligió a los hermanos Andrews, Frisbie y White para que preparasen una exposición formal sobre el plan de benevolencia sistemática, fundado en las declaraciones de la Escritura (RH, 3 de febrero, 1859). Dos semanas más tarde, el 29 de enero, después que pasaron las horas del sábado, se reunió la iglesia para oír la lectura de esa exposición. El informe fue adoptado unánimemente. MV 71.1
Este plan, desarrollado por dirigentes destacados de la iglesia, llegó a conocerse desde el principio como el de la “benevolencia sistemática”. Casi desde el comienzo se notó la estrecha relación entre el plan de benevolencia sistemática y el diezmo. A comienzos de 1861 Jaime White, en una hoja impresa poco conocida y de corta existencia, se refirió al plan de benevolencia sistemática como el diezmo. MV 71.2
Proponemos que los amigos den un diezmo, o una décima parte de sus ingresos, estimando que sus ingresos son el diez por ciento de lo que poseen (Good Somantan, enero de 1861). MV 71.3
Luego vienen las donaciones personales. Que los jóvenes que no tienen propiedades imponibles se adelanten aquí noblemente [con sus ofrendas], como también las jóvenes (RH, 9 de abril, 1861). MV 71.4
El plan de benevolencia sistemática recibió prontamente el apoyo de Elena de White, y ella lo ligó al diezmo. Al comienzo no se separaban los diezmos y las ofrendas. La demanda de fondos era principalmente para apoyar a los ministros y la obra evangelizadora. MV 71.5
A medida que se ampliaba la obra de la iglesia, el desarrollo de la misma demandaba una separación de fondos en dos grupos, “diezmos” y “ofrendas”. También se llamó repetidamente la atención de dirigentes y miembros al uso preciso del diezmo, un fondo sagrado para sostener el ministerio de la iglesia. MV 71.6