A medida que aumentaba el número de creyentes, llegó a ser claro que había una necesidad apremiante de cierta orientación y control. Excepto por los mensajes que venían de Dios a través de las visiones dadas a Elena de White, no había una voz autorizada, ninguna voz [oficial] de una organización, para apoyar las creencias doctrinales o para certificar la integridad y las cualidades de aquellos que decidiesen presentarse como ministros ante el remanente observador del sábado. Algunos que se sentían llamados no daban evidencia de tal llamado. Se necesitaba alguna organización. MV 73.7
Un asunto que requería acuerdo era la hora para empezar el sábado. Se consideraba a José Bates el padre de la verdad del sábado. Como capitán de sus propios barcos, él había navegado por todas partes y conocía acerca de cómo se mar- ca o indica el transcurso del tiempo en diversas partes del mundo. Él llegó a la conclusión de que el tiempo según se observa en el ecuador, con la puesta del sol uniformemente a las 6:00 p.m., era la guía apropiada para la observancia del sábado, independientemente de la estación del año o del lugar. Las Escrituras requerían que la tarde o atardecer marcase el comienzo de un nuevo día, y las palabras “de tarde a tarde guardaréis vuestro sábado” (Lev. 23:32) se citaban en apoyo de este punto de vista. El número de la Review del 21 de abril de 1851 llevaba un artículo de José Bates de tres columnas en apoyo de las 6:00 de la tarde como la hora de iniciación del sábado. MV 73.8
En el Estado de Maine, en 1847-1848, algunos adoptaron la posición de que el sábado comenzaba a la salida del sol, y como respaldo citaban Mateo 28:1: “Pasado el sábado, cuando amanecía el primer día de la semana” (ver RH, 25 de febrero, 1868). Una visión de Elena de White detuvo en principio este error, porque el ángel repitió las palabras de la Escritura: “De tarde a tarde guardaréis vuestro sábado”. MV 74.1
Había unos pocos que observaban el sábado de puesta de sol a puesta de sol (JW a “Mi Querido Hermano”, 2 de julio, 1848; ver también RH, 25 de febrero, 1868), pero la mayoría estaba de parte de Bates, como lo hacían Jaime y Elena White. En junio de 1854 Jaime White le pidió a D. P. Hall en Wisconsin que estudiase el asunto y encontrase una respuesta (RH, 4 de diciembre, 1855). MV 74.2
Cuando este pedido no tuvo fruto, Jaime le pidió a John Andrews que tomase su Biblia y extrajese las evidencias para definir la cuestión. Andrews preparó un escrito sobre el asunto. Al pasar por Battle Creek con sus padres, en noviembre, en su camino a Iowa, dejó esto en manos de Jaime White. La lectura de este ensayo se convirtió en el estudio bíblico del sábado de mañana en el congreso en Battle Creek. En base a nueve textos del Antiguo Testamento y dos del Nuevo, Andrews demostró que la “tarde” y el “atardecer” del sábado eran idénticos a la puesta del sol (Ibíd.). MV 74.3
Cuando el ensayo se leyó ese sábado de mañana, pudo verse que si bien la hora de las 6:00 de la tarde defendida por Bates en principio no era incorrecta —porque requería que el sábado empezase al atardecer—, en detalle era un error. Con la posición de la hora de la puesta del sol tan ampliamente apoyada por la evidencia de la Escritura, todas las congregaciones, que incluían a los dirigentes de la iglesia, aceptaron prontamente la luz y estaban listas para cambiar su práctica. Todos, esto es, excepto dos: José Bates y Elena de White. MV 74.4
La posición de Bates había sido aceptada y defendida en forma general. Él era el apóstol venerable de la verdad del sábado. No estaba listo para aceptar lo que había sido presentado por el joven John Andrews, y se levantaría en defensa de su posición. La visión dada a Elena de White en 1848, que corregía la hora de la salida del sol y confirmaba la “hora del atardecer”, no tenía nada que decir acerca de que la hora de las 6:00 de la tarde estuviese equivocada. MV 74.5
Elena de White razonaba que la hora de las 6:00 de la tarde se había puesto en práctica durante casi una década. El sábado observado de esa manera había sido una gran bendición para ella, y el ángel no había dicho nada en cuanto a que esto fuese un error. ¿Debía hacerse un cambio ahora? Las cosas quedaron así durante el resto del sábado y el domingo mientras los miembros estaban reunidos en el congreso, pero era un punto de división más bien sensible que estaba destinado a ahondarse a medida que pasara el tiempo. Entonces el Dios del cielo intervino. MV 75.1
Elena de White escribió lo siguiente en cuanto a lo que ocurrió: MV 75.2
El 20 de noviembre de 1855, mientras me hallaba en oración, el Espíritu de Dios bajó repentina y poderosamente sobre mí, y fui arrebatada en visión (1JT, p. 30). MV 75.3
Se dirigió la atención de Elena a muchos puntos, entre ellos el momento para comenzar el sábado. Ella examinó el asunto con el ángel. Esta conversación fue muy iluminadora: MV 75.4
Vi que aún es así: “De tarde a tarde guardaréis vuestro sábado”. Dijo el ángel: “Tomad la Palabra de Dios, leedla, entendedla, y no podréis errar. Leed cuidadosamente y encontraréis qué es la tarde y cuándo es”. MV 75.5
Pregunté al ángel si el desagrado de Dios había estado sobre su pueblo por comenzar el sábado cuando lo hacían. Se me remitió a la primera aparición del sábado, y seguí al pueblo de Dios hasta este tiempo, pero no vi que el Señor estuviese disgustado ni que los desaprobase. MV 75.6
Pregunté por qué había ocurrido así, que a esta hora tardía debíamos cambiar el momento de comenzar el sábado. Dijo el ángel: “Entenderéis, pero no todavía, no todavía”. Dijo el ángel: “Si viene la luz, y esa luz es puesta a un lado o rechazada, entonces viene la condenación y la desaprobación de Dios; pero antes de que llegue la luz, no hay pecado, porque no hay luz para que ellos la rechacen”. MV 75.7
Vi que en la mente de algunos estaba la idea de que el Señor había mostrado que el sábado comenzaba a las seis de la tarde, cuando yo sólo había visto que comenzaba a la “tarde”, y de esto se infirió que la “tarde” era a las seis. MV 75.8
Vi que los siervos de Dios deben unirse y avanzar juntos (IT, p. 116). MV 75.9
Y lo hicieron. La visión corrigió a Elena de White y a José Bates, y ellos aceptaron la visión de todo corazón. Se definió la cuestión del momento para comenzar el sábado; se lo hizo sobre la base del estudio de la Biblia, y se lo confirmó mediante una visión. MV 75.10