“He visto que hay peligros que amenazan toda nueva experiencia de la iglesia, porque algunos oyen las cosas con un espíritu muy obcecado. Mientras algunos profesores pueden ser enérgicos y eficientes en la enseñanza de acuerdo con las doctrinas bíblicas, puede ser que no todos sean hombres dotados de un conocimiento de la vida práctica, debido a lo cual no podrán aconsejar con seguridad y sin peligro a las mentes perplejas. No disciernen la situación difícil que necesariamente aquejará a cada familia que ha de realizar un cambio. Por tanto, todos sean muy cuidadosos en lo que dicen; si no conocen el parecer de Dios en algunos asuntos, nunca hablen acerca de lo que suponen o adivinan. Si no saben nada definido, díganlo así, y dejen que la persona confíe plenamente en Dios. Órese mucho, y aun con ayuno, para que nadie actúe en oscuridad, sino que avance en la luz así como Dios está en luz... CC 37.2