Que nadie descuide dar instrucción fiel y clara respecto a la devolución del diezmo. Que se enseñe que hay que devolver al Señor lo que él reclama como suyo, porque la bendición del Señor no descansará sobre un pueblo que le roba sus diezmos y ofrendas. A menudo será necesario presentar ante la gente su deber respecto a este asunto, a fin de que pueda devolver a Dios lo que le pertenece. Aquel que presente primero la verdad debe ser fiel y enseñar dicho tema, y asegurarse que se le dé seguimiento. También debe aclarar el mandato de Dios respecto a diezmar, para que el pueblo pueda ver que los obreros están enseñando la misma verdad en todos los aspectos, y concuerdan al instarlos para que obedezcan todos los requerimientos de Dios. SE1 241.2
Tengan tacto los obreros y no den alimento sólido a aquellos que son niños. Aliméntelos con la leche espiritual no adulterada de la Palabra. Bajo ninguna circunstancia mezclen su propio espíritu e ideas con la verdad ni sustituyan los preceptos de Dios por tradiciones o conjeturas. Permitan que la gente reciba la verdad tal como se expresa en Jesús, y no la mezclen con brebajes de la propia invención de ustedes. De ser así, la presentación de la verdad tendrá un sabor tan fuerte al yo, que repugnará a los oyentes. SE1 241.3
Digan con Pablo: «Nada que fuera útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo [...]. Yo os declaro en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos, porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios» (Hech. 20: 20, 21, 26, 27). Hay una obra más importante que debe ser hecha, a fin de que ustedes puedan escudriñar las Escrituras para que puedan declarar a aquellos con quienes ustedes se relacionen todo el consejo de Dios. SE1 241.4