De ese modo él muestra la gran amplitud de la ley de Jehová, reflejo de su carácter. Jesús la presenta ante ellos en una forma que no habían conocido antes. Pero en el SE1 101.2
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Sermón presentado en Roma, Nueva York el 19 de junio de 1889. Manuscrito 5, 1889. momento que lo hace, surge una resistencia contra dicha luz. ¿Por qué debían aceptarla? No, era no era la forma en la que se le había enseñado, estaba en un contexto diferente, y no podían armonizarla con sus ideas erróneamente concebidas.
Cristo leyó sus pensamientos. Y dichos pensamientos eran que él no le daba a la ley la relevancia que ellos le habían dado. Èl leyó sus pensamientos y les dijo: «No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir [...]. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos» (Mat. 5: 17, 19). Y lo hace aún más claro: «Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos» (vers. 20). Ahora bien, ellos habían acumulado requisitos sobre la misma ley y en torno a ella. Asimismo, la habían cargado con sus propias estipulaciones e ideas emanadas de sus mentes finitas, hasta el punto de que nadie podía guardar dicha ley, ni siquiera la letra de la ley según ellos la interpretaban. Era imposible hacerlo. SE1 102.1
Cristo continúa hablando y les menciona los principios de la ley, señalando que ella alcanza las partes más recónditas del ser. Así revela los propósitos de la ley de Dios. SE1 102.2