«Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Pero si alguno ha pecado, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el justo. Él es la propiciación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. En esto sabemos que nosotros lo conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: “Yo lo conozco”, pero no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en él. Pero el que guarda su palabra, en ese verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo» [1 Juan 2: 1-6]. SE2 333.5
Hermanos, ¿están ustedes caminando «como él anduvo»? Él estaba lleno de piedad, ternura y compasión. «Hermanos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando y la luz verdadera ya alumbra. El que dice que está en la luz y odia a su hermano, está todavía en tinieblas” [1 Juan 2: 7-19]. No deseamos que nadie nos abandone, si es que podemos hacer algo que esté a nuestro alcance por impedirlo mediante la mano de la fe. Trabajemos mediante el poder del Dios vivo para retenerlos en unión a su pueblo guardador de sus mandamientos. Pero para hacer eso, debemos tener la santificación del Espíritu. Humillemos nuestros corazones delante de Dios. Arrepintámonos de nuestros pecados y convirtámonos. Les ruego por amor de Cristo que no empujemos a ninguna alma para que caiga por el precipicio. SE2 334.1
La otra noche, en una escena que se me presentó, vi a alguien que se derrumbaba precipicio abajo. Un grupo lo estaba observando todo con indiferencia sin hacer esfuerzo alguno para salvarlo. Pero una mano, la mano de Cristo, se extendió y aquel hombre fue rescatado. Cristo lo aupó diciendo: «Aférrate de mí”. Luego colocó las manos del hombre rescatado en las de sus hermanos que estaban cerca, diciendo: «Lo he alzado para que permanezca en terreno firme. Trabajen por la salvación de las almas, para que ustedes también permanezcan en terreno firme delante de Dios». SE2 334.2
El Señor no desea que ni una sola alma perezca. Cristo derramó su sangre para limpiar de pecado a todo ser humano. Aferrémonos de la mano del poder infinito y levantémonos con la fortaleza de Dios para proclamar el último mensaje de misericordia a un mundo que perece. SE2 334.3
Aquellos cuyos corazones están llenos del amor de Dios, han de ser pacientes y misericordiosos en su trato con los demás. ¿Acaso hay alguien que desea ser contado con los no creyentes el día que Cristo venga? Para todo seguidor de Cristo es de capital importancia hacer suya la experiencia de ganar almas para él. No podemos actuar de manera que quienes están fuera del redil no se sientan confiados para afe-rrarse de la esperanza del evangelio. SE2 334.4
Hermanos y hermanas, oren como nunca lo han hecho para que el Espíritu Santo se manifieste en esta reunión, y para que todos los corazones sean conmovidos. No es que únicamente haya entre nosotros dos o tres casos de división o de malos entendidos. Hay muchos que abrigan desconfianzas y sospechas. Han tratado de identificar las fallas ajenas, aun cuando ellos mismos tienen muchas deficiencias. Si se hubieran examinado a sí mismos habrían encontrado que están abrigando un espíritu que no es el de Cristo. SE2 335.1
Los ángeles de Dios están aquí hoy, observando ansiosamente para ver cómo recibirán ustedes las palabras del evangelio. También están aquí los ángeles malos, dispuestos a realizar su maligna labor en las mentes de todos los que escuchen sus insinuaciones. Si ustedes no han encontrado la libertad de Cristo, si sus corazones no se han vaciado de toda amargura, enojo, malicia y egoísmo, ahora es el momento de que realicen todos los esfuerzos posibles para arrepentirse. Dios los está llamando. «Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón”. SE2 335.2
Mis hermanos, ¿no harán ustedes un esfuerzo para despojarse de las diferencias que los separan? ¿No se humillarán ustedes delante de Dios, e intentarán rescatar a toda alma tentada por el enemigo? No dejemos abandonada ni a una sola alma en el campo de batalla. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, vayan a trabajar en la forma en que Dios les ha señalado para que reciban el derramamiento del Espíritu. SE2 335.3
Todo aquel que considere necesita aferrarse más firmemente de Dios, que desee separarse de sus inclinaciones naturales y cultivadas hacia el mal; que se ponga de pie aquí, en este momento, en busca de Dios. Les pido a aquellos que desean las oraciones del pueblo de Dios para que sus pecados sean perdonados y para que reciban el poder de lo alto, que se pongan en pie. Quizá por muchos años hayan profesado una religión, pero esa profesión de fe no tendrá valor alguno en sus vidas diarias si no viven de acuerdo con los principios de la verdad. Si hay quienes no han hecho profesión alguna, pero que desean ser liberados de los hábitos que los han esclavizado, deseo decirles que tienen el privilegio de solicitar las oraciones del pueblo de Dios. ¿Se pondrán ustedes de pie, testificando de esa forma que desean estar completos en Cristo? (Prácticamente toda la congregación se puso en pie.) SE2 335.4
[La hermana White elevó la oración que sigue.]
«Nuestro Padre celestial, acudimos aquí en este momento tal y como nos encontramos, necesitados y dependiendo de ti, sabiendo, Señor, que tú eres un Salvador compasivo. Tú has realizado un sacrificio infinito para que tengamos vida eterna si tan solo cooperamos contigo. Te pedimos en el día de hoy que pongas en nuestros corazones el deseo de renovar contigo nuestro pacto con sacrificio. Ayú-danos hoy para que nos aferremos de ti con una fe viva. Aléjanos de todo aquello que pueda separamos de ti. SE2 336.1
«Nuestro Padre, tú sabes que te amamos. Vemos un mundo que está a punto de hundirse en el pecado y no estamos preparados para trabajar unidos contigo. Deseamos ser capacitados para tu servicio. Deseamos que el Espíritu Santo descienda sobre nosotros. Deseamos que las tinieblas se disipen de nuestros ojos, y que tengamos la clara luz del entendimiento. SE2 336.2
»Te rogamos que bendigas a aquellos que se han levantado manifestando su deseo de prepararse para tu venida. Al salir ellos de este salón, permite que puedan buscarte en ferviente oración. Que en grupos de dos y de tres te busquen. Tú has dicho que dondequiera que haya dos o tres reunidos en tu nombre tú estarás allí. Oh Señor, concédeles el deseo de que clamen con fervor pidiendo el perdón de sus pecados, para que tú puedas decirles: “Tus pecados te son perdonados”. SE2 336.3
»Te suplico que te apiades de cada temblorosa alma presente en esta congregación. Te pido, Salvador bendito, que despiertes el deseo de recibir el Espíritu Santo en el corazón de cada ministro del evangelio, de cada maestro, de todo aquel que profesa ser hijo tuyo; para que sean llenos de poder y para que vayan de casa en casa proclamando tu verdad. Permite que tu mensaje venga a nosotros, para que nuestros sentimientos sean despertados, para que reconozcamos el valor de las almas. Deseamos que cada uno de los aquí presentes sea salvo. Que la luz que brilla del trono de Dios ilumine la mente y el templo del alma. SE2 336.4
»Misericordioso Redentor, tú conoces a cada uno. Aquí hay algunos que están agobiados con las cargas que pesadamente recaen sobre ellos. Permite que se conecten contigo. Ojalá que coloquen su brazo en tu brazo y que se aferren de ti, el Todopoderoso. Aquel que ha dicho: “¿O se acogerá alguien a mi amparo? ¡Que haga conmigo paz!, ¡sí, que haga la paz conmigo!” [Isa. 27: 5]. Esas son tus palabras. Señor, muéstrales cómo humillar sus orgullosos corazones. Enséñales lo que significa quebrantar su voluntad ante Dios, para luego asumir tu voluntad. Ayúdales a echar sus desvalidas almas sobre los méritos de un crucificado y resucitado Salvador. Hazles ver la vida eterna. SE2 336.5
»Permite que la dulzura de tu Espíritu Santo llegue a los corazones de tus ministros, para que tu amor misericordioso y conmovedor se manifieste en las vidas de ellos. Te pido que despejes todo aquello que les impide trabajar por la salvación de las almas. Pon en sus corazones y mentes el deseo de realizar contigo un pacto con sacrificio. En este momento, que el transformador amor de Cristo se manifieste aquí entre nosotros y que podamos oír aplicadas a nosotros aquellas palabras: “Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy”. SE2 337.1
»Señor, tú sabes que los poderes del mal están actuando. Vemos que el mundo marcha hacia la perdición. Bautiza a tus ministros, bautiza a tus obreros con el Espíritu Santo. Te ruego que tu amor transformador y tu misericordia se derramen sobre esta congregación. SE2 337.2
»Que la alabanza y la acción de gracias asciendan hasta Dios, porque tú has escuchado nuestra oración. Señor, creemos en ti. Límpianos de toda mancha de pecado. Límpianos y purifícanos; haz que entendamos lo que significa perfeccionar la santidad en el temor de Dios. Te pido que coloques los pies de aquellos que han estado tropezando en la senda correcta de la negación y el sacrificio. SE2 337.3
»Señor, ¿Qué podemos decir? Somos débiles. Necesitamos tu poder. Aceptamos la obra que nos has encomendado. Nos entregamos a ti. Que tu bendición llegue a nosotros y que tu nombre reciba toda la gloria”. SE2 337.4