1. Administración cuidadosa. Los que están relacionados con nuestras instituciones necesitan estudiar cómo ahorrar en los gastos, de modo que las instituciones no entren en deudas. Hay que manifestar prudencia en las compras. Debe tratarse que el dinero alcance para lo más posible. Mediante una administración cuidadosa, es posible ahorrar muchos dólares. CMM 167.1
No hay que efectuar gastos a menos que se disponga del dinero para sufragarlos. Hay personas relacionadas con nuestras instituciones que incurren en deudas que podrían evitarse. Tal vez se incurre en gastos innecesarios para hermosear el edificio. Con frecuencia se usa el dinero para complacer el gusto y la inclinación (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 281). CMM 167.2
2. Evitar la exposición. Hay hombres que no actúan con prudencia. Están ansiosos por causar una gran impresión. Piensan que la ostentación aumentará su influencia. En su trabajo, no se sientan primero a calcular el costo, a ver si serán capaces de terminar lo que han comenzado. En esta forma manifiestan su debilidad. Muestran, así, que tienen mucho que aprender acerca de la necesidad de actuar con cuidado y precaución. Su confianza propia los induce a cometer muchos errores. En esta forma, algunos han recibido un daño del que nunca se recuperarán. CMM 167.3
Este ha sido el caso con varias personas que se han sentido compe-tentes para establecer y administrar sanatorios. Como resultado fraca-san y, cuando se encuentran endeudadas, piden a la Asociación Médica Misionera que se encargue de la institución fracasada y asuma sus obli-gaciones por pagar [...] La Asociación Médica Misionera se perjudica al encargarse de tantos sanatorios en bancarrota. Que los que han admi-nistrado estos sanatorios y han andado por caminos falsos comiencen a pensar sensatamente. Que no se los señale como fracasados. Esto echa a perder el valor de los hombres buenos. CMM 168.1
Hombres que habrían podido hacer bien si se hubiesen consagrado a Dios, si hubiesen estado dispuestos a trabajar con humildad, a ampliar lentamente su negocio y a rehusar endeudarse, han fracasado porque no han trabajado correctamente. Y, después de entrar en dificultades, han tenido que liquidar lo que les quedaba, porque eran administradores incompetentes. Deseaban tener alivio de la presión financiera y no se detuvieron a pensar en las consecuencias. CMM 168.2
Los que ayudan a tales personas a salir de sus dificultades se sienten tentados a atarlas con cuerdas tan fuertes en términos de promesas que, en adelante, los que han sido ayudados llegan a pensar que son esclavos. Pocas veces logran sobreponerse a la reputación de malos administradores y fracasados (Consejos sobre mayordomía cristiana , pp. 287, 288). CMM 168.3
3. Frenos en las ruedas del progreso. La idea según la cual no ha-bría que establecer un sanatorio a menos que pudiera iniciarse sin deuda ha puesto un freno sobre las ruedas del progreso. Al edificar casas de culto, hemos tenido que tomar dinero prestado a fin de llevar a cabo algo de inmediato. Hemos estado obligados a hacer esto para cumplir las direcciones de Dios. Personas profundamente interesadas en el progreso de la obra han tomado dinero en préstamo y han pagado intereses sobre él a fin de establecer colegios y sanatorios, y para edificar casas de culto. Las instituciones que se han establecido en esta forma y las iglesias que se han edificado han sido los medios para ganar a muchas personas a la verdad. En esta forma, el diezmo ha sido aumentado y se han añadido obreros a las fuerzas del Señor (Consejos sobre mayordomía cristiana , p. 293). CMM 168.4
4. No adoptar métodos mundanos . Si hemos de incurrir en el gasto de construir sanatorios con el fin de trabajar en favor de la salvación de los enfermos y los afligidos, debemos planear nuestro trabajo de tal manera que las personas a quienes deseamos ayudar reciban lo que realmente necesitan. Debemos hacer todo lo que podamos por alcanzar la sanidad del cuerpo; pero debemos hacer de la sanidad del alma un asunto de importancia mucho mayor. Se debe mostrar el camino de la salvación a los que llegan como pacientes a nuestro sanatorio, para que puedan arrepentirse y escuchar las palabras: “Tus pecados te son perdonados; vete en paz, y no peques más” (Consejos sobre la salud, p. 269). CMM 169.1
5. Ejemplos de generosidad . Los que establezcan instituciones médicas deben dar el buen ejemplo. Aun cuando haya dinero, no deben gastar más de lo absolutamente necesario. La obra del Señor debe di-rigirse teniendo en cuenta las necesidades de cada parte de la viña. So-mos todos miembros de una misma familia, hijos de un mismo Padre, y los ingresos del Señor deben emplearse del modo que mejor favorezca los intereses de su causa en el mundo entero (Joyas de los testimonios, t. 3, p. 117). CMM 169.2
6. Los edificios deben representar nuestra fe. Nuestro dinero re-presenta almas, y debemos emplearlo de manera que dé a conocer la verdad a aquellos que, a causa del pecado, están bajo la condenación divina. Renunciemos, pues, a nuestros planes ambiciosos, y seamos pre-cavidos contra los extremos y la imprevisión, por temor a que, estando vacía la tesorería del Señor, sus obreros no dispongan ya de los recursos necesarios para cumplir la tarea que se les ha confiado. CMM 169.3
Nuestras instituciones más antiguas han gastado sumas de dinero que superaban lo necesario. Los que estimaron propio obrar así pensa-ban que ese gasto daría carácter a la obra, mas el argumento no justifica esos gastos exagerados (Ibíd., pp. 117, 118). CMM 169.4
7. Instituciones gigantescas. En diversos lugares, hay que adqui-rir propiedades para usarlas en la construcción de sanatorios. Nuestro pueblo debiera buscar las oportunidades de adquirir propiedades fuera de las ciudades, que ya tengan edificios construidos y huertos plantados. El terreno es una posesión valiosa. En relación con nuestros sanatorios debiera haber terreno, pequeñas porciones de las cuales puedan utilizarse a fin de edificar hogares para los colaboradores y otros que reciben preparación para la obra médica misionera. CMM 169.5
Se me ha mostrado repetidas veces que no es prudente dirigir insti-tuciones grandes. La mayor obra en favor de las almas no se hace gracias a la magnitud de una institución. Un sanatorio grande requiere muchos obreros. Y, donde se reúnen tantos, es excesivamente difícil mantener una elevada norma de espiritualidad. En una gran institución, sucede con frecuencia que los puestos de responsabilidad son desempeñados por obreros que no son espirituales, que no ejercen prudencia al obrar con aquellos que, si se los tratara sabiamente, se despertarían, convencerían y convertirían (Ibíd., p. 124). CMM 170.1
8. No seguir las costumbres del mundo. Nuestros sanatorios no deben administrarse según las costumbres del mundo. No ha de con-siderarse necesario ni siquiera que el director médico reciba un sueldo elevado. Somos servidores de Dios (Mensajes selectos, t. 2, p. 226). CMM 170.2
9. Hombres de oración. Dios necesita hombres minuciosos, hombres de oración y hombres prácticos. Una dispendiosa ostentación no eleva a los hombres y las mujeres a los ojos de las personas sensatas. No es correcto que un médico viva suntuosamente y que luego cobre precios exorbitantes por realizar pequeñas intervenciones quirúrgicas. Dios contempla todos estos asuntos en su verdadera luz (Ibíd., pp. 230, 231). CMM 170.3
10. Administradores dignos. Los administradores del sanatorio no obran impulsados por un espíritu mezquino ni tacaño al reprochar los males que he mencionado y al requerir lo que es debido hacia esa institución. Proteger los intereses del sanatorio en ese sentido no es apartarse de un comportamiento digno. Los dirigentes que son fieles esperan naturalmente la fidelidad en otros. Estricta integridad debiera gobernar las transacciones de los gerentes y debiera ser exigida de todos los que trabajan bajo su dirección (Consejos sobre la salud , p. 407). CMM 170.4
11. Actuar con cautela. Los que están a cargo de nuestros sana-torios deben actuar cautelosamente. A veces verán poco crecimiento. Que estos actúen con prudencia, tacto y adaptabilidad. Que estudien y pongan en práctica la instrucción que Cristo dio en relación con la construcción de una torre. Pensar de antemano es de mucho más valor que tomar decisiones tardías, cuando un descuido de cálculos prudentes y administración cuidadosa claramente resulta en fracaso. Los ad-ministradores negligentes, que no saben cómo administrar, deben ser exonerados de sus cargos. Hay que asegurar los servicios de hombres y mujeres que sepan cómo atar todos los cabos para que la obra no se desintegre. CMM 171.1
Que todos los que están relacionados con nuestras instituciones se humillen delante de Dios. Que soliciten ayuda a Dios para planear tan prudente y económicamente que las instituciones se arraiguen y den fruto para la gloria de Dios. No dependan de los hombres. Miren a Jesús. Continúen en oración y velen en oración con acción de gracias. Estén seguros de que tienen una unión íntima con Cristo[...] CMM 171.2
Debe hacerse provisión, en nuestros sanatorios, para atender a per-sonas de toda clase. El Señor no llama a nuestro pueblo a que establez-ca instituciones donde todos los que vengan reciban alimentación y alojamiento gratis, y donde no se presenten los puntos peculiares de nuestra fe. El Señor no ha dejado a ningún adventista del séptimo día tal obra. Hacer esto sería un uso indebido del tiempo y los recursos. CMM 171.3
El alojamiento y el tratamiento deben ser tales que atraigan a los pacientes de las clases altas. Los cuartos deben estar adaptados para el uso de los que están dispuestos a pagar un precio liberal. Pero los médicos no deben colocar una estimación exagerada en los pacientes acaudalados que pueden costear altos precios; ni debe haber un desembolso extravagante de recursos con el objetivo de obtener su favor. Los cobros por el tratamiento y el alojamiento no deben ser tan altos que no haya una buena disposición hacia mantener una alimentación sencilla e integral, que es esencial para la salud. Soliciten un precio razonable por el tratamiento que se ha dado. Este proceder se convertirá en una recomendación ante todas las personas razonables. CMM 171.4
El establecimiento de un precio por encima de lo que es verdadero y honesto puede estar de acuerdo con la costumbre de los médicos del mundo, pero no redundará para la gloria de Dios. No es su plan, y no obtendrá su aprobación. Esto tendrá una influencia negativa sobre el mundo. El cobro de precios elevados producirá repercusiones, y tendrá una influencia completamente diferente de la que se esperaba. No deben cobrarse precios exorbitantes. CMM 171.5
Se me ha comisionado para hablar a todos los médicos de nuestras instituciones. Se requiere una reforma en relación con la administración de estas instituciones. No se las debe manejar a la manera del mundo. A la vez que se trata gratis a muchos que no pueden sufragar sus gastos, a otros se les cobran precios exorbitantes por operaciones que llevan poco tiempo. Las cuentas de cobro de los médicos del mundo no deben ser la regla en nuestras instituciones (El ministerio médico, pp. 205, 206, 222, 223). CMM 172.1
12. Seguir los caminos del Señor. Si se conectara a las personas adecuadas con nuestros sanatorios, y si todos humillaran el corazón delante de Dios, aunque ahora pueda haber una pesada deuda sobre la institución, el Señor obraría de tal forma que la deuda se aliviaría, y las almas se convertirían a la verdad al ver que los obreros siguen al Señor y guardan sus mandamientos (Ibíd., p. 227). CMM 172.2
13. Sabiduría cristiana. La economía en el empleo de los recursos financieros es un ramo excelente de la sabiduría cristiana. Este asunto no es considerado suficientemente por los que ocupan posiciones de responsabilidad en nuestras instituciones. El dinero es un don excelente de Dios. En las manos de sus hijos, es alimento para los hambrientos, bebida para los sedientos y vestido para los desnudos; es una defensa para los oprimidos y un medio de dar salud a los enfermos. Los recursos financieros no debieran gastarse innecesariamente ni en forma extravagante para la gratificación del orgullo o la ambición (Consejos sobre la salud , p. 277). CMM 172.3
14. Cuidado con los gastos . Si los médicos sienten que no reciben suficiente salario, hay que examinar sus circunstancias. Si su labor es muy pesada, se debe asignar a otros la tarea de compartir sus responsabilidades, para que así disminuya su carga. Estamos comprometidos en una obra importante, y se debe ejercer gran cuidado en el uso de los recursos. El mundo debe recibir la luz. Hay almas que perecen sin conocer el mensaje. Si se aumentan los sueldos de los obreros que deberían estar satisfechos con lo que reciben, esto redundará en una exclusión de otros obreros cuyos servicios se requieren, pero a quienes, debido a la falta de recursos, no se los puede emplear (El ministerio médico , pp. 166, 167). CMM 172.4
15. Dios volverá a llenar las manos. La obra misionera médica debe abrir la puerta para que entre el evangelio de la verdad presente. El mensaje del tercer ángel debe hacerse resonar en todos los lugares. ¡Economicen! Despójense del orgullo. Den a Dios su tesoro terrenal. Den lo que pueden ahora, y a medida que colaboren con Cristo su mano se abrirá para impartir aún más. Dios volverá a llenar más su mano, para que el tesoro de la verdad pueda ser llevado a muchas almas. Él les dará, para que ustedes puedan dar a otros (Consejos sobre mayordomía cristiana , p. 54). CMM 173.1
16. La eliminación del desperdicio. El que está a cargo de las fi-nanzas necesita estudiar cuánto se puede ahorrar en vez de cuánto se debe gastar. Hay que cortar todo gasto innecesario. Que los ayudantes comprendan que el consumo no debe exceder a la producción. El des-perdicio en un sanatorio es asunto grave. Son muchos los que tienen que ver con las diferentes ramas de la obra, y es esencial que entiendan la necesidad de la economía. La economía es una ciencia muy valiosa. Muchos malgastan demasiado al no guardar los residuos. En muchas familias se malgasta lo que podría sostener a una pequeña familia. To-das estas cosas están incluidas en la educación que debe darse en nues-tros sanatorios. CMM 173.2
El dinero es un tesoro necesario; que no se lo invierta en quienes no lo necesitan. Alguien necesita sus ofrendas voluntarias. Los que tienen recursos, muy a menudo, no piensan en cuántos hay en el mundo que pasan hambre privados de alimentación. Ellos pueden decir: “Yo no los puedo alimentar a todos”. Pero, al practicar las lecciones que Cristo dio sobre la economía, pueden alimentar a uno. Puede ser que puedan dar de comer a muchos que ahora necesitan alimento para el cuerpo. Y también pueden nutrirles el alma con el pan de vida. “Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada” (Juan 6:12). Estas palabras las dijo aquel que tenía todos los recursos del universo a su disposición; él proveyó a miles con alimento por su poder que obraba milagros, pero no dejó de enseñar una lección de economía (El ministe-rio médico, pp. 230, 231). CMM 173.3
17. Utilizar sabiamente. En algunas asociaciones se ha tenido por elogioso el ahorrar recursos, y revelar un gran sobrante en la tesorería. Pero esto no ha honrado a Dios. Habría sido mejor si el dinero así aho-rrado hubiese sido gastado sabiamente para sostener obreros diligentes y eficientes en campos menesterosos. CMM 174.1
En sus esfuerzos para economizar, nuestros hermanos deben tener cuidado de no restringir la inversión de recursos donde se necesite una prudente inversión. Al establecer escuelas y sanatorios, debe comprarse bastante tierra para poder ejecutar los planes que el Señor esbozó para estas instituciones. Debe proveerse terreno para poder cosechar frutas y legumbres y, dondequiera que sea posible, debe obtenerse bastante propiedad para que otros no puedan erigir cerca de la institución edificios de carácter inconveniente (Obreros evangélicos, p. 472). CMM 174.2
Los que funden establecimientos médicos deben dar el buen ejem-plo. Aun cuando haya dinero, no deben gastar más de lo absolutamen-te necesario. La obra del Señor debe dirigirse teniendo en cuenta las necesidades de cada parte de la viña. Somos todos miembros de una misma familia, hijos de un mismo Padre, y los ingresos del Señor deben emplearse del modo que mejor favorezca los intereses de su causa en el mundo entero. El Señor considera todas las partes del campo, y su viña debe ser cultivada en conjunto. CMM 174.3
No debemos gastar en algunos lugares todo el dinero de la tesorería, sino trabajar para edificar la obra en muchos lugares. Deben añadirse constantemente nuevos territorios al Reino de Dios. Otras partes de su viña deben recibir la ayuda que dará carácter a la obra. El Señor nos prohíbe valemos de planes egoístas en su servicio, que priven a nuestro prójimo de las facilidades que le permitirían desempeñar su papel en la difusión de la verdad. Debemos amar a nuestro prójimo como a noso-tros mismos (Joyas de los testimonios , t. 3, p. 117). CMM 174.4
18. Obrar de manera correcta. Se me ha pedido que diga a los que se endeudan en esta forma: No se den por vencidos si están avanzando correctamente. Trabajen con toda su capacidad para aliviar la situación ustedes mismos. No recarguen con una institución con problemas a una Asociación que ya está pesadamente cargada con deudas. Es mejor que cada sanatorio sea responsable por sí mismo. CMM 175.1
Los que están a cargo de nuestros sanatorios deberían actuar con precaución. Habrá momentos de poco progreso. Actúen con sabiduría, tacto y adaptabilidad. Aprendan y practiquen las instrucciones que Cristo dio concernientes a la edificación de una torre. La previsión es de mucho más valor que cualquier idea tardía, cuando un descuido de los cálculos prudentes y de la administración cuidadosa ha llevado evidentemente al fracaso. Los administradores que son negligentes, que no saben cómo administrar, deberían ser separados de la obra. Asegúrense los servicios de hombres y mujeres que sepan manejar las cosas, para que la obra no se enrede (Consejos sobre mayordomía cristiana , p. 288). CMM 175.2
19. Deudas innecesarias. A los administradores de nuestros sana-torios, yo diría: No permitan que se creen grandes deudas. No hagan gestiones innecesarias. Descarten su deseo de adquirir un equipo com-pleto de una sola vez. Hagan el mejor uso de las pocas instalaciones que tienen a su alcance, en lugar de aumentar la deuda. Todo lo que se necesita se obtendrá a su tiempo, pero no todos los accesorios y las ins-talaciones se requieren de una vez. Dejen que la razón, el pensamiento sensato y los cálculos prudentes sean la regla de acción. Si el éxito acompaña a su institución, que se ha establecido para el cuidado de los enfermos, será porque los administradores han preferido arreglárselas con las cosas más esenciales en vez de apilar deudas. CMM 175.3
El Señor hace una apelación a desempeñar una obra en muchos lu-gares. Tendremos sanatorios que puedan manejarse sin acarrear a nuestra causa grandes deudas (El ministerio médico , pp. 217, 218). CMM 175.4
20. Toda la obra sufre. Se han de idear métodos para impedir la acumulación de deudas sobre nuestras instituciones. No debe hacerse sufrir a la causa entera por deudas que no se cancelarán a menos que haya un cambio completo y la obra se rija por principios diferentes. Que todos los que han tenido una parte en atraer sobre sí esta nube de deudas sientan ahora que es su deber hacer todo cuanto puedan para hacerla desaparecer (Joyas de los testimonios , t. 2, p. 471). CMM 176.1