Los adventistas del séptimo día, como ya se dijo antes, no tuvieron organización formal de ninguna clase por muchos años, ni siquiera una organización de la iglesia. Cualquier persona que tenía el valor moral de aceptar la verdad y obedecerla bajo las presiones de afuera que existían entonces, era considerada honesta y digna del amor y la comunión cristianos. Llegó un momento en los días de los apóstoles en que se necesitó para se corrigiese lo deficiente.3Tito 1:5-9. Por el año 65 d. C., Tito fue autorizado para establecer, “ancianos en cada ciudad” donde había creyentes, y Timoteo recibió instrucciones completas sobre el tema.41 Timoteo 3:1-15. GMA 287.2