En 1885, la Sra. E. G. de White y su hijo, W. C. White, hicieron una visita a Escandinavia, que fue de valor inestimable para la obra en ese campo. Algunos habían tenido la idea de que los diezmos no debían ser devueltos por los pobres en ese país, y que era inútil tratar de colportar con libros. El testimonio que dio la Sra. White fue oportuno, y bien recibido por la gente, como lo evidencia la respuesta dada en estas palabras: “Todo lo que el Señor ha dicho, haremos, y seremos obedientes”. Durante esta visita se efectuó un cambio total en el campo escandinavo, producido principalmente por las labores incansables de la Sra. White. GMA 346.2