En las páginas anteriores de este libro, hemos seguido brevemente el espacio de 74 años, desde 1831 a 1905, repasando el surgimiento y el progreso de los mensajes del advenimiento, y en especial el mensaje del tercer ángel. Hemos mostrado cómo, de la oscuridad y la pobreza, este mensaje ha avanzado con fuerza y poder acelerados de año en año, hasta que tiene misiones que circundan la tierra. Seguramente no ha progresado tanto porque el mensaje es uno que agrada a los corazones carnales; pues lleva al frente el sábado del Señor, cuya observancia conlleva una pesada cruz, al demandar abstención de negocios con el mundo en el día secular más ocupado de la semana. Tampoco su avance ha sido por no tener oposición; pues la ha encontrado desde el principio, y de la peor clase desde afuera, así como perplejidades causadas por personas no consagradas que por un tiempo han encontrado lugar entre sus filas. En cuanto a la situación ocasionada por los diseños y esfuerzos de enemigos exteriores, podemos decir bien con las palabras de David el Salmista: “A no haber estado Jehová por nosotros, diga ahora Israel; a no haber estado Jehová por nosotros, cuando se levantaron contra nosotros los hombres, vivos nos habrían tragado entonces, cuando se encendió su furor contra nosotros. Entonces nos habrían inundado las aguas; sobre nuestra alma hubiera pasado el torrente; hubieran entonces pasado sobre nuestra alma las aguas impetuosas. Bendito sea Jehová, que no nos dio por presa a los dientes de ellos. Nuestra alma escapó cual ave del lazo de los cazadores; se rompió el lazo, y escapamos nosotros. Nuestro socorro está en el nombre de Jehová, que hizo el cielo y la tierra”.4Salmos 124:1-8. GMA 385.1