Teniendo ante nosotros la impresión hecha por este don, surge la pregunta: ¿Por qué y cómo se ha originado la oposición a la manifestación de este don? ¿Y cuál ha sido el resultado de los que se oponen? Habiendo visto este tema cuidadosamente desde 1852, he encontrado que en su mayor parte la oposición a esta manifestación ha surgido de quienes han sido reprendidos por defectos de carácter, por hábitos equivocados, o por algún curso errado de acción en su manera de vivir. Muchos de los reprendidos protestaban que no eran tan malos como los representaban los testimonios, y mostraban que podían aferrarse a la verdad aunque se opusieran a la reprensión que se les dio. El tiempo ha mostrado que la gran mayoría de tales personas renunció a su fe y dejó totalmente nuestras filas. Algunos han visto su error, y se han aferrado a la verdad con mayor firmeza. La pregunta sigue: Si los que se oponen al don son guiados por el Señor, ¿por qué perderían su espiritualidad, y se apartarían de Dios? La regla de nuestro Salvador es que un árbol debe conocerse por su fruto. Él afirmó muy enfáticamente que “un árbol malo no puede dar buen fruto”. GMA 392.1