“A la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas”.1Mateo 25:6, 7. GMA 126.1
Ya hemos hablado del tiempo de espera que se muestra en esta parábola de las “diez vírgenes”, y ahora prestaremos atención especial a esa parte que se introduce con el texto citado arriba, designado por el pueblo adventista como el “clamor de medianoche”. Un distinguido escritor sobre este tema, en un periódico llamado Midnight Cry, del 3 de octubre de 1844, dice: GMA 126.2
“Pero ¿cómo llegamos a esta noche de demora? Porque comenzamos la visión [la visión de los 2.300 días] en la primavera, en lugar del otoño de 457 a. C. No alcanzamos a llegar al puerto de destino por seis meses y unos pocos días. Nos arrojó a la noche de demora, seis meses”. GMA 126.3
Otro escritor, S. S. Snow, en el Cry del 22 de agosto de 1844, hablando de los 2.300 días, dijo: GMA 126.4
“Comenzaron con la salida del decreto para restaurar y reedificar a Jerusalén. El decreto fue hecho al principio por Ciro, renovado por Darío, y completado por Artajerjes Longímano en el séptimo año de su reinado. Fue promulgado y entró en efecto en el otoño del año 457 a. C., cuando Esdras, habiendo llegado a Jerusalén por la buena mano de Dios, restauró la comunidad judía, designó magistrados y jueces, y comenzó la reconstrucción del muro”.2Ver Daniel 9:25; Esdras 7:21-26; 9:9; Nehemías 1:3; 2:12-17. GMA 126.5
Como el tiempo de la visión era 2.300 años completos, requeriría todo el año 457 y todo el año 1843 para completar los 2.300, y si el decreto no salió hasta el séptimo mes del año 457 a. C., se enseñó que el período no terminaría hasta el séptimo mes de 1844. Como la observancia del décimo día del mes séptimo parecía ser el evento que marcaba el comienzo del período, se mostró en forma concluyente que en el décimo día del mes séptimo (tiempo judío), el 22 de octubre de 1844, terminarían los 2.300 días, y vendría el momento para que el santuario fuera purificado. Toda la evidencia usada para el fin del período en 1843 se aplicó con igual fuerza al cálculo para 1844, y con una seguridad de que habían descubierto lo que parecía una solución segura de la causa de su chasco. La manera en la que los adventistas proclamaron el “verdadero clamor de medianoche”, como se lo llamaba entonces, no podía ser mejor ilustrado que citando de los escritos de aquellos que estaban destacadamente ocupados en la obra en ese tiempo. GMA 126.6