Se afirma en la segunda epístola de Pedro que “no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”.182 Pedro 1:16-19. GMA 13.2
En esta escritura el apóstol se refiere a la transfiguración en el monte como una prueba de la segunda venida de Cristo. Antes de esta escena nuestro Salvador había dicho a sus apóstoles: “Hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”19Mateo 16:28., o como lo registró Lucas: “algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios”.20Lucas 9:27. GMA 13.3
Esta promesa se cumplió literalmente en la transfiguración misma. En esta “visión” vieron sobre el monte a Jesús glorificado, como aparecerá cuando venga en su reino. Vieron a Elías, quien fue llevado al cielo sin gustar la muerte, representando a aquellos que serán trasladados –transformados de mortales en inmortales− “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos” cuando venga el Señor.211 Corintios 15:51, 52. También estuvo Moisés, uno que murió, representando a aquellos que serán resucitados de los muertos para encontrarse con el Señor. Así en esta “visión” pudieron ver a Cristo que viene en su reino, como les había prometido. GMA 14.1