Cooranbong, N.S.W.,
Agosto 28, 1895.
Dios tiene una obra para cada creyente que trabaja en el sanatorio. Cada enfermera debiera ser un canal portador de bendición, debiera recibir luz de lo alto y dejarla brillar para que otros la vean. Los obreros no deben conformarse con las exhibiciones a la moda de los que acuden al sanatorio en busca de tratamiento, sino que deben consagrarse a Dios. La atmósfera que rodea sus almas debe tener un sabor de vida para vida. Las tentaciones los asaltarán por todos lados, pero ellos deben pedir la presencia y la dirección de Dios. El Señor dijo a Moisés: “Ciertamente estaré contigo”; y se da la misma seguridad a todos los obreros fieles y consagrados.*[Referencia para estudio adicional: Testimonios para la Iglesia 7:277-279, “Nuestros sanatorios, un refugio para los obreros”.] CSI 310.1