Los encargados de nuestros restaurantes deben trabajar por la salvación de los empleados. No han de sobrecargarse de trabajo, porque al hacerlo se colocarán en una posición que les impedirá tener las fuerzas necesarias y el deseo de trabajar espiritualmente por los obreros. Deben dedicar sus mejores energías a instruir a los empleados en los asuntos espirituales, explicándoles las Escrituras y orando con ellos y en favor suyo. Han de guardar los intereses religiosos de los ayudantes tan cuidadosamente como los padres se preocupan por los de sus hijos. Han de velar por ellos con paciencia y ternura, haciendo todo lo que puedan por ayudarles a perfeccionar sus caracteres cristianos. Sus palabras deben asemejarse a manzanas de oro en marcos de plata; sus acciones deben estar desprovistas de cualquier traza de egoísmo y aspereza. Deben trabajar vigilantemente en favor de las almas, como quienes han de dar cuenta. Deben luchar por mantener a sus colaboradores en un terreno espiritual apropiado, donde su ánimo pueda fortalecerse constantemente y donde siempre pueda crecer su fe en Dios. CSI 482.4
A menos que nuestros restaurantes se dirijan de este modo, sería necesario aconsejar a nuestros hermanos que nunca envíen a sus hijos a trabajar en ellos. Mucha gente que frecuenta nuestros restaurantes no trae con ellos a los ángeles de Dios; no desean el compañerismo de estos seres santos. Traen con ellos una influencia mundana, y para contrarrestarla los obreros necesitan mantener una comunión íntima con Dios. Los gerentes de nuestros restaurantes tienen el deber de luchar más por la salvación de los jóvenes que trabajan para ellos. Deben esforzarse más por mantenerlos vivos espiritualmente de tal manera que sus mentes jóvenes no sean arrastradas por el espíritu mundano con el cual se tienen que mantener en contacto constantemente. Las muchachas que trabajan en nuestros restaurantes necesitan un pastor. Cada una de ellas necesita la protección de una influencia hogareña. CSI 483.1
Corremos el riesgo de que los jóvenes que entran en nuestras instituciones como creyentes y con el deseo de ayudar en la causa de Dios, se cansen y desanimen, pierdan su celo y espíritu valeroso, y se vuelvan fríos e indiferentes. No podemos amontonar a estos jóvenes en cuartos pequeños y oscuros, privándolos de los privilegios de una vida de hogar, y sin embargo esperar que mantengan una experiencia religiosa saludable. CSI 483.2
Es importante que se tracen planes sabios para el cuidado de los que trabajan en todas nuestras instituciones, y especialmente para los empleados de nuestros restaurantes. Se deberían emplear buenos ayudantes y se los debería rodear de todas las ventajas que les permitirán crecer en la gracia y en el conocimiento de Cristo. No se les permita quedar a merced de las circunstancias, sin que tengan un tiempo regular para la oración y sin ningún tiempo para el estudio de la Biblia. Cuando esto sucede, se vuelven desatentos y descuidados, indiferentes a las realidades eternas. CSI 484.1
Con cada restaurante se debería emplear a un hombre y su esposa para que actúen como guardianes de los jóvenes que allí trabajan, un hombre y una mujer que amen al Salvador y a las almas por las cuales él murió, y que guarden el camino del Señor. CSI 484.2
Las muchachas deberían ponerse al cuidado de una hermana sabia y juiciosa, que sea una mujer cabalmente convertida, que guarde cuidadosamente a las obreras, especialmente a las más jóvenes. CSI 484.3
Los trabajadores deben sentir que tienen un hogar. Ellos son la mano ayudadora de Dios y se los debe tratar con tanto cuidado y ternura como Cristo dijo que se debía tratar al niñito a quien puso en medio de sus discípulos. “Cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí—dijo el Señor—, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”. “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 18:6, 10. Ese cuidado que se debe tener con los empleados es precisamente una de las razones por las cuales aconsejamos que en una ciudad grande haya varios restaurantes pequeños en lugar de que se tenga sólo uno grande. Pero ésta es sólo una de las razones por las cuales es más aconsejable que se establezcan varios restaurantes pequeños en los diferentes barrios de nuestras grandes ciudades. CSI 484.4