En la gran obra de amonestar al mundo, los que poseen la verdad en el corazón y han sido santificados por la verdad cumplirán con la parte que se les ha asignado. Serán fieles en el pago de diezmos y ofrendas. Cada miembro de iglesia está comprometido por el pacto hecho con Dios a negarse todo lo que implique un gasto extravagante de recursos. No permitamos que la falta de economía en nuestra vida de hogar, nos incapacite para desempeñar nuestra parte en el fortalecimiento de la obra que ya está establecida y nos impida entrar en nuevos territorios.—The Review and Herald, 17 de enero de 1907. CMC 79.2
Ruego a mis hermanos y hermanas de todo el mundo que despierten a la responsabilidad que descansa sobre ellos en lo que se refiere al pago fiel del diezmo... Llevad fielmente la cuenta con vuestro Creador. Comprended plenamente la importancia de ser justos con Aquel que posee presciencia divina. Que cada uno escudriñe diligentemente su corazón. Que revise sus cuentas y descubra en qué relación se encuentra con Dios. CMC 79.3
El que dio a su Hijo unigénito para que muriera por vosotros, ha hecho un pacto con vosotros. Él os da sus bendiciones y en cambio requiere que le llevéis vuestros diezmos y ofrendas. Nadie se atreverá a decir que no comprendió este asunto. El plan de Dios concerniente a los diezmos y ofrendas está claramente establecido en el tercer capítulo de Malaquías. Dios pide que sus instrumentos humanos sean fieles al contrato que él ha hecho con ellos. “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa”. Malaquías 3:10.—The Review and Herald, 3 de diciembre de 1901. CMC 80.1