En vez de abrir el alma para que reciba los rayos de la luz del cielo, algunos han estado obrando en la dirección opuesta. Tanto por la prensa como desde el púlpito se han presentado acerca de la inspiración de la Biblia opiniones que no tienen la sanción del Espíritu o de la Palabra de Dios. Es cierto que ningún hombre o grupo de hombres debe adelantar teorías acerca de un tema de tan grande importancia sin que las sostenga un claro “Así dice Jehová.” Y cuando los hombres, rodeados de flaquezas humanas, afectados en menor o mayor grado por las influencias que los rodean, y teniendo tendencias heredadas y adquiridas que distan mucho de hacerlos sabios o de darles las miras del cielo, se ponen a atacar la Palabra de Dios y a juzgar lo que es divino y lo que es humano, obran sin consejo de Dios. El Señor no prosperará una obra tal. El efecto será desastroso, tanto para el que se empeña en ella como para quienes la aceptan como obra de Dios. Se ha despertado escepticismo en muchas mentes por efecto de las teorías presentadas acerca de la naturaleza de la inspiración. Los seres finitos, con sus opiniones estrechas y de corto alcance, se creen competentes para criticar las Escrituras diciendo: “Este pasaje es necesario, y este otro no lo es, y no está inspirado.” 2JT 314.1
Cristo no dió ninguna instrucción semejante acerca de las escrituras del Antiguo Testamento, la única parte de la Biblia que poseía la gente de su tiempo. Sus enseñanzas están destinadas a dirigir los intelectos al Antiguo Testamento, y a exponer con mayor claridad los grandes temas allí presentados. Durante siglos, el pueblo de Israel se había estado separando de Dios, y había perdido de vista las verdades preciosas que le habían sido confiadas. Estas verdades estaban cubiertas por formas supersticiosas y ceremonias que ocultaban su verdadero significado. 2JT 314.2
Cristo vino para sacar los escombros que habían obscurecido su brillo. Las puso, como joyas preciosas, en un nuevo engaste. Demostró que muy lejos de desdeñar la repetición de las verdades antiguas y familiares, había venido para exponerlas en su verdadera fuerza y belleza, cuya gloria nunca había sido discernida por los hombres de su tiempo. Siendo él mismo el Autor de estas verdades reveladas, podía dar a conocer a la gente su verdadero significado, librándolas de las falsas interpretaciones y teorías adoptadas por los dirigentes con el fin de adaptarlas a su propia condición profana, destituida de espiritualidad y del amor de Dios. Hizo a un lado aquello que había privado a estas verdades de vida y poder vital, y las devolvió al mundo dotadas de toda su frescura y fuerza originales. 2JT 315.1
Si tenemos el Espíritu de Cristo y trabajamos con él, nos incumbe llevar a cabo la obra que él vino a hacer. Las verdades de la Biblia han vuelto a ser obscurecidas por la costumbre, la tradición y las falsas doctrinas. Las enseñanzas erróneas de la teología popular han hecho miles y miles de escépticos e incrédulos. Hay errores e inconsecuencias que muchos denuncian como enseñanza de la Biblia, que son realmente interpretaciones falsas de la Escritura, adoptadas durante los tiempos de las tinieblas papales. Multitudes han sido inducidas a aceptar un concepto erróneo de Dios, así como los judíos, extraviados por los errores y las tradiciones de su tiempo, tenían un falso concepto de Cristo. Si le “hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria.” 1 Corintios 2:8. Nos incumbe revelar al mundo el verdadero carácter de Dios. En vez de criticar la Biblia, tratemos, por nuestros preceptos y ejemplo, de presentar al mundo sus verdades sagradas y vivificadoras, a fin de que podamos anunciar “las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.” 1 Pedro 2:9. 2JT 315.2
Los males que han ido penetrando gradualmente entre nosotros han apartado imperceptiblemente a las personas y las iglesias de la reverencia para con Dios, y las han privado del poder que él desea darles. 2JT 316.1
Hermanos míos, dejemos que la Palabra de Dios se destaque tal cual es. No se atreva la sabiduría humana a disminuir la fuerza de una sola declaración de las Escrituras. La solemne denuncia que hay en el Apocalipsis debe ser una advertencia contra una actitud tal. En nombre de mi Maestro, os ruego: “Quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.” Éxodo 3:5. 2JT 316.2
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La Biblia, con sus preciosas gemas de verdad no fué escrita solamente para el erudito, sino que, al contrario, estaba destinada al pueblo común; y la interpretación dada por el pueblo común, cuando tiene la ayuda del Espíritu Santo, es la que concuerda mejor con la verdad tal cual está en Jesús. Las grandes verdades necesarias para la salvación quedan tan claras como el mediodía; y nadie se equivocará ni se extraviará, sino aquellos que sigan su propio juicio en vez de la voluntad de Dios claramente revelada.*Testimonios para la Iglesia 5:331 (1885). 2JT 316.3
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Vi que quienes lo deseen pueden tener bastante motivo para dudar de la inspiración y la verdad de la Palabra de Dios. Dios no obliga a nadie a creer. Pueden preferir confiar en las evidencias que le plugo dar, o dudar y perecer.*Testimonios para la Iglesia 1:427 (1864). 2JT 316.4
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Los judíos esperaban al Mesías; pero él no vino como ellos habían predicho que vendría, y si se le aceptaba como el que había sido prometido, sus sabios maestros se verían obligados a reconocer que habían errado. Estos dirigentes se habían separado de Dios; y Satanás obró en su mente para inducirlos a rechazar al Salvador. Antes que renunciar a su orgullosa opinión, cerraban los ojos a todas las evidencias de su carácter mesiánico; y no sólo rechazaron el mensaje de salvación ellos mismos, sino que endurecieron el corazón del pueblo contra Jesús. Su historia debe ser una solemne advertencia para nosotros. 2JT 316.5
Cuando el Señor tiene luz para su pueblo, no es de esperar que Satanás se quede tranquilo, sin hacer esfuerzos para impedirles que la reciban. El obrará en las mentes para excitar desconfianza, celos e incredulidad. Tengamos cuidado de no rechazar la luz que Dios envía porque no viene de una manera que nos agrade. No rechacemos la bendición de Dios por no conocer el tiempo de nuestra visitación. Si hay quienes no ven ni aceptan la luz ellos mismos, no estorben el camino de los demás. No se diga de este pueblo altamente favorecido, como se dijo de los judíos cuando les fué predicada la buena nueva del reino: “Vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban impedisteis.” Lucas 11:52.*Testimonios para la Iglesia 5:728 (1889). 2JT 317.1