Las buenas obras nos cuestan un sacrificio, pero es este mismo sacrificio lo que provee disciplina. Estas obligaciones nos ponen en conflicto con los sentimientos y propensiones naturales, y al cumplirlas obtenemos victoria tras victoria sobre los rasgos objetables de nuestro carácter. La guerra prosigue, y así crecemos en la gracia. Así reflejamos la semejanza de Cristo y se nos prepara para tener un lugar entre los benditos en el reino de Dios. 2JT 500.3
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Bendiciones, tanto temporales como espirituales, acompañarán a aquellos que imparten a los necesitados lo que reciben del Maestro. Jesús realizó un milagro para alimentar a los cinco mil que constituían una multitud cansada y hambrienta. Eligió un lugar agradable en el cual acomodar a la gente y les ordenó que se sentaran. Luego tomó los cinco panes y los dos pececillos. Sin duda se hicieron muchas declaraciones acerca de la imposibilidad de satisfacer a cinco mil hombres hambrientos, además de las mujeres y los niños, con tan escasas provisiones. Pero Jesús dió gracias y puso los alimentos en las manos de los discípulos, para que los distribuyesen. Ellos los repartieron a la multitud, y el alimento se iba multiplicando en sus manos. Cuando la multitud hubo sido alimentada, los discípulos mismos se sentaron y comieron con Cristo de la provisión impartida por el cielo. Esta es una lección preciosa para cada uno de los que siguen a Cristo. 2JT 501.1
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La religión pura y sin mancha consiste en “visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo.” Santiago 1:27. Los miembros de nuestras iglesias tienen mucha necesidad de conocer la piedad práctica. Necesitan practicar la abnegación y el sacrificio propio. Necesitan dar al mundo evidencia de que son semejantes a Cristo. Por lo tanto la obra que Cristo requiere de ellos no debe ser hecha por medio de otro, ni deben delegar a alguna comisión o institución la carga que ellos mismos deben llevar. Han de llegar a ser semejantes a Cristo en carácter, dando de sus recursos y de su tiempo, su simpatía, su esfuerzo personal, para ayudar a los enfermos, consolar a los afligidos, aliviar a los pobres, estimular a los desalentados, iluminar a las almas que están en las tinieblas, señalar a Cristo a los pecadores, y grabar en los corazones la obligación de guardar la ley de Dios. 2JT 501.2
La gente está vigilando y pesando a aquellos que aseveran creer las verdades especiales para este tiempo. Está vigilando para ver en qué representan su vida y conducta a Cristo. Al empeñarse humilde y fervientemente en la obra de hacer bien a todos, el pueblo de Dios ejercerá una influencia que se hará sentir en toda aldea y ciudad donde penetró la verdad. Si todos los que conocen la verdad echan mano de esta obra a medida que se les presentan las oportunidades, haciendo día tras día pequeños actos de amor en el vecindario donde viven, Cristo se manifestará a sus vecinos. El Evangelio será revelado como poder viviente, y no como fábulas por arte compuestas u ociosas especulaciones. Se revelará como una realidad, no como el resultado de la imaginación o el entusiasmo. Esto tendrá más consecuencia que los sermones, la profesión de fe o los credos. 2JT 502.1
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Satanás está jugando el juego de la vida para apoderarse de cada alma. Sabe que la simpatía práctica es una prueba de la pureza y de la abnegación del corazón y hará todo esfuerzo posible para cerrar nuestro corazón a las necesidades ajenas, y lograr que al fin no nos conmueva la vista del dolor. Introducirá muchas cosas para impedir la impresión del amor y la simpatía. Así fué como arruinó a Judas. Este se dedicaba constantemente a hacer planes para beneficiarse a sí mismo. En esto representa a una gran clase de los que profesan ser cristianos hoy. Por lo tanto necesitamos estudiar su caso. Estamos tan cerca de Cristo como él lo estaba. Sin embargo, si, como sucedió con Judas, la asociación con Cristo no nos hace uno con él, si no cultiva dentro de nuestro corazón una simpatía sincera hacia aquellos por quienes Cristo dió su vida, corremos como Judas el peligro de quedar separados de Cristo y de ser objeto de las tentaciones de Satanás. 2JT 502.2
Necesitamos protegernos contra la primera desviación de la justicia; una transgresión, una negligencia en cuanto a manifestar el espíritu de Cristo, abren el camino a otra y aun otra, hasta que la mente queda dominada por los principios del enemigo. Si se cultiva un espíritu de egoísmo, llega a ser una pasión devoradora que nada sino el poder de Cristo puede subyugar. 2JT 503.1