127. Cristo dio en su propia vida una lección de hospitalidad. Cuando estaba rodeado por la muchedumbre hambrienta al lado del mar, no la mandó sin refección a sus hogares. Dijo a sus discípulos: “Dadles vosotros de comer”. Mateo 14:16. Y por un acto de poder creador proporcionó bastante alimento para suplir sus necesidades. Sin embargo, ¡cuán sencillo fue el alimento provisto! No había lujo. El que tenía todos los recursos del cielo a su disposición podría haber presentado a la gente una comida suculenta. Pero proveyó solamente lo que bastaba para su necesidad, lo que era el alimento diario de los pescadores a orillas del mar. CRA 103.1
Si los hombres fueran hoy sencillos en sus costumbres y vivieran en armonía con las leyes de la naturaleza, habría abundante provisión para todas las necesidades de la familia humana. Habría menos necesidades imaginarias y más oportunidad de trabajar de acuerdo con los métodos de Dios. Cristo no trató de atraer a los hombres a sí por la satisfacción del amor al lujo. El menú sencillo que proveyó era una garantía no sólo de su poder sino de su amor, de su tierno cuidado por ellos en las necesidades de la vida.—Joyas de los Testimonios 2:571, 572 (1900). CRA 103.2
128. Los hombres y las mujeres que profesan ser seguidores de Cristo, son a menudo esclavos de la moda, y de un apetito glotón. En la preparación de reuniones a la moda, se invierten tiempo y energía—que debieran dedicarse a propósitos más elevados y nobles—para cocinar una variedad de platos insalubres. Debido a esta moda, muchos que son pobres y que dependen de su trabajo diario, están dispuestos a incurrir en gastos a fin de preparar diferentes clases de ricas tortas, conservas, pasteles, y una variedad de alimentos a la moda para los visitantes. Lo único que hacen estos platos es perjudicar a los que los consumen. Al mismo tiempo, quienes los preparan necesitan la suma así gastada para comprar ropa para ellos mismos y para los niños. Este tiempo empleado para preparar alimentos destinados a gratificar el gusto a expensas del estómago debe dedicarse a la instrucción moral y religiosa de los hijos. CRA 103.3
El hacer visitas a la moda es convertido en ocasión para la glotonería. Se participa de alimentos y bebidas perjudiciales en tal medida que sobrecarga grandemente los órganos de la digestión. Para procesar esos alimentos se exige la acción innecesaria de las fuerzas vitales, lo cual produce agotamiento, y perturba grandemente la circulación de la sangre, y como resultado, la carencia de energía vital se hace sentir en todo el sistema. Las bendiciones que podrían resultar de una visita social, se pierden a menudo por el hecho de que la persona que hospeda, en lugar de beneficiarse con nuestra conversación, trabaja arduamente en la cocina, preparando una variedad de platos para deleitar a los invitados. Los cristianos nunca deben permitir que su influencia fomente una conducta semejante consumiendo alimentos complicados preparados de esta manera. Comprendan ellos que el objeto que tenéis al visitarlos no es complacer el apetito, sino el hacer que vuestra asociación mutua y el intercambio de pensamientos y sentimientos resulte una bendición para todos. La conversación debe ser de un carácter tan elevado y ennoblecedor que después pueda recordarse con sentimientos del más alto placer.—(1865) H. to L., cap. 1, 54, 55 CRA 104.1
129. Los que atienden a visitas, deben tener alimentos sanos y nutritivos, a base de frutas, cereales y vegetales, preparados de una manera sencilla y apetitosa. Esa forma de cocinar exigirá nada más que un poco de trabajo o gasto extra, y el consumir esos alimentos en cantidades moderadas, no perjudicará a nadie. Si los mundanos eligen sacrificar tiempo, dinero y salud para gratificar el apetito, déjese que ellos lo hagan, y paguen la penalidad de la violación de las leyes de la salud; pero los cristianos deben tomar una posición definida con respecto a estas cosas, y ejercer su influencia en la debida dirección. Pueden hacer mucho para reformar estas costumbres que están de moda, y que destruyen la salud y el alma.—(1865) H. to L., cap. 1, 55, 56 CRA 105.1
[El ejemplo de los cristianos en la mesa como ayuda para los débiles en el dominio propio—354] CRA 105.2
[Las fiestas complicadas son una carga y un perjuicio—214] CRA 105.3
[El efecto de una complicada atención de huéspedes sobre los propios hijos y la familia—348] CRA 105.4
[El pecado de un menú escaso para la familia y excesivo para las visitas—284] CRA 105.5
[Un régimen sencillo es el mejor para los niños—349, 356, 357, 360, 365] CRA 105.6
[Sencillez en la preparación de alimentos sanos—399, 400, 401, 402, 403, 404, 405, 407, 410] CRA 105.7