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Como las estrellas a perpetua eternidad, 8 de agosto CDCD 227

Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Daniel 12:3. CDCD 227.1

Descansa sobre nosotros la solemne responsabilidad de presentar la verdad a los incrédulos de la manera más convincente. Deberíamos cuidarnos de no presentarla de tal manera que aparte a los hombres y las mujeres de ella. Los que enseñan religión pueden hacer mucho bien o mucho mal. Si cada cual se diera cuenta ahora de la responsabilidad que descansa sobre sí mismo, y se decidiera a no desempeñar el papel de juez para criticar y condenar a los demás, sino fuera a trabajar para predicar el Evangelio como nunca antes a los que están en tinieblas, muchas almas se apartarían de la iniquidad y se volverían a la justicia. CDCD 227.2

Se necesitan fieles mayordomos. Dios obrará por medio de todo aquel que se deje modelar por él. El Espíritu Santo conducirá muchas almas a Cristo. En su compañía se prepararán para las cortes del cielo. Los colaboradores de Dios llegarán a ser sabics en la ganancia de almas. Aprenderán del gran Maestro, y mientras presentan temas bíblicos a los que están tratando de ayudar, la gracia de Cristo llenará sus corazones y la Palabra de Dios se desplegará ante ellos. Mientras difunden la invitación: “Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17), calmarán su propia sed. CDCD 227.3

Todos tienen que ser fieles a Dios ahora para reunir los fragmentos de manera que nada se pierda. El requiere un servicio diligente y fiel. No debería haber falta de economía; cada centavo debería ser cuidadosamente administrado. Debemos recordar la lección que Dios dio a sus discípulos después de alimentar a la multitud con cinco panes y dos peces. Cuando todos estuvieron satisfechos Cristo dijo a sus discípulos: “Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada”. Juan 6:12. CDCD 227.4

Debemos recibir la verdad de Cristo e impartirla a la gente. La infidelidad y todo tipo de maldad están aumentando rápidamente, y el celo y el fervor de los siervos de Dios deben crecer en forma proporcional... Si no prestamos a Dios el servicio de amor que él espera, dejaremos a los pecadores sin amonestar.—Carta 177, del 8 de agosto de 1903, dirigida a Edson White. CDCD 227.5