Un llamado a ser más hospitalarios—Aun entre los que profesan ser cristianos se ejercita poco la verdadera hospitalidad. Entre nuestro propio pueblo la oportunidad de manifestar hospitalidad no es considerada como debiera serlo: como un privilegio y una bendición. Es en absoluto demasiado escasa la sociabilidad y disposición para hacer lugar para dos o tres más en la mesa de la familia, sin molestia u ostentación. Algunos alegan que “es demasiado trabajo”. No resultaría así si dijéramos: “No hemos hecho preparativos especiales, pero le ofrecemos gustosos lo que tenemos”. El huésped inesperado aprecia una bienvenida tal mucho más que una preparación elaborada.—Joyas de los Testimonios 2:570 (1900). HD 188.1
Listos para huéspedes inesperados—Algunas madres de familia escatiman la comida en la mesa para poder obsequiar banquetes espléndidos a sus visitas. Esto es desacertado. Al agasajar a los huéspedes se debiera proceder con más sencillez. Atiéndase primero a las necesidades de la familia. HD 188.2
Una economía doméstica imprudente y las costumbres artificiales hacen muchas veces imposible que se ejerza la hospitalidad donde sería necesaria y beneficiosa. La provisión regular de alimento para nuestra mesa debe ser tal que se pueda convidar al huésped inesperado sin recargar a la señora de la casa con preparativos extraordinarios.—El Ministerio de Curación, 248 (1905).*[En el hogar de Elena G. de White no se preparaba un menú especial para los visitantes. Siempre había comida sencilla pero abundante, tanto para la familia como para los huéspedes. El menú según la ocasión y era preparado y servido con gusto.] Para mayor información sobre el tema ver El hogar adventista, Conducción del niño y Testimonios acerca de la conducta sexual, adulterio y divorcio. HD 188.3