Todos deben tener el hábito de la laboriosidad—La costumbre de sostener hombres y mujeres en la ociosidad con fondos privados o dinero de la iglesia, produce hábitos equivocados. Este plan debiera evitarse. Cada hombre, mujer y niño debiera aprender a realizar algún trabajo práctico. Todos debieran aprender una profesión; puede ser la construcción de carpas, o cualquier otro trabajo, pero todos debieran entrenar sus talentos con algún propósito. Y Dios está listo para aumentar las capacidades de aquellos que forman hábitos de laboriosidad. “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”. Romanos 12:11. Dios bendecirá a quienes cuiden su influencia en este aspecto.—The Review and Herald, 13 de marzo de 1900. HD 209.4
En Israel se requería enseñar a los hijos un oficio—En Israel se consideraba un deber la educación industrial. Todo padre tenía obligación de enseñar a sus hijos algún oficio útil. Los mayores hombres de Israel fueron educados para desempeñar oficios. El conocimiento de las labores domésticas se consideraba indispensable para toda mujer. Y la destreza en el desempeño de estas tareas era honrosa para las mujeres de la clase más encumbrada.—The Ministry of Healing, 139-140 (1905). HD 210.1