La obra de los ángeles celestiales es acercarse a aquellos que sufren; aquellos que son probados y tentados. Trabajan sin descanso para salvar a las almas por las que Cristo murió.—The Review and Herald, 4 de julio de 1899.
Mujeres alcanzando a otras mujeres—Las mujeres pueden aprender cómo alcanzar a otras mujeres. Hay mujeres que se adaptan especialmente para dar estudios bíblicos, y son muy exitosas al presentar con sencillez la Palabra de Dios a otros. Son una verdadera bendición al trabajar por madres e hijas. Este es un trabajo sagrado y debiera animarse a aquellas que lo hacen.—Medical Ministry, 140 (1910). HD 225.1
La mujer como mensajera de misericordia—Se necesitan mujeres consagradas que, como mensajeras de misericordia, visiten a las madres y sus familias en los hogares, ayudándoles en las tareas domésticas si es necesario. Entonces estarán en condiciones de hablarles de la verdad para este tiempo. Este ministerio traerá almas al Señor.—The Review and Herald, 12 de julio de 1906. HD 225.2
Mujeres jóvenes como obreras—Las instructoras de mayor experiencia debieran trabajar con las obreras jóvenes, no para ver cuánto más trabajo pueden hacer bajo vigilancia, sino para ganarse su amor y confianza. Una vez que esto ocurra, no habrá dificultades con el trabajo, puesto que las obreras desearán complacerlas. HD 226.1
El Señor llama a todos los que están involucrados en la obra de publicar la verdad a dar evidencia de que han sido purificados por su gracia. Cuando los discípulos de Cristo revelan su carácter, están mostrando el poder milagroso de su gracia y son un testimonio convincente de la verdad de su Palabra.—The Publishing Ministry, 259 (1901). HD 226.2
La mujer puede entrar donde el ministro no puede hacerlo—Las mujeres que trabajan para enseñar a las almas cómo experimentar el nuevo nacimiento en Cristo Jesús, están haciendo una obra preciosa. Se han consagrado a Dios y son tan obreras de Dios como sus esposos. Pueden trabajar por las familias en lugares donde los ministros no pueden entrar; pueden escuchar las penas de los deprimidos y oprimidos, y pueden esparcir rayos de luz en sus desanimadas almas. Pueden orar con ellas y abrir las Escrituras para iluminarlas con un “así dice el Señor”.—Manuscript Releases 5:327 (1898). HD 226.3
La mujer ha de educarse para ayudar a otras mujeres—Si podemos hacer arreglos para que haya grupos organizados, regulares, inteligentemente instruidos en lo que atañe a la parte que deben realizar como siervos del Maestro, nuestras iglesias tendrán una vida y vitalidad que hace mucho que necesitaban. Por mucho tiempo he anhelado que hubiera mujeres que pudieran ser educadas para ayudar a nuestras hermanas a levantarse de su desánimo y sentir que podrían hacer una obra para el Señor. Esto es hacer brillar rayos de sol en sus propias vidas, que se reflejan en los corazones de otros. Dios la bendecirá y a todas las que se unan con usted en esta gran obra.—El Ministerio de la Bondad, 150-151 (1899). HD 226.4