El que trabaja de acuerdo con el plan de Dios orará: “Sépase hoy en mi obra para la humanidad doliente que hay un Dios en Israel, y que yo soy su siervo; véase que estoy procediendo, no de acuerdo con mis propios impulsos y sabiduría, sino con tu Palabra”.—El Ministerio de la Bondad, 127-128.
Las mujeres deben recibir capacitación sanitaria—De forma señalada, Dios nos ha permitido poseer algunas instituciones que han de constituirse en agentes para cumplir la obra de reforma a la que como pueblo hemos sido llamados. En este tiempo, el talento de cada obrero debe considerarse un sagrado legado para extender la obra de reforma. El Señor me ha instruido que nuestras hermanas que han sido capacitadas para asumir puestos de responsabilidad, deben servir con fidelidad y discernimiento para ejercer una sabia influencia. Junto con sus hermanos en la fe deben obtener una experiencia que las capacite para responsabilidades aun mayores [...]. HD 89.1
En tiempos antiguos, el Señor realizó maravillas mediante mujeres consagradas que unieron sus esfuerzos con aquellos hombres que habían sido llamados a ser los representantes de Dios. Hubo mujeres que ganaron grandes y decisivas victorias. Más de una vez en tiempos de crisis, fueron colocadas en puestos de gran responsabilidad, lo cual les permitió salvar muchas vidas [...]. HD 90.1
Hay muchas mujeres que tienen la habilidad de acompañar a sus esposos en la obra de salud; pueden dar tratamientos a los enfermos y hablar palabras de ánimo y consuelo. Algunas de ellas pueden buscar la educación que las capacite para actuar como médicos. HD 90.2
Debe hacerse una obra positiva en esta línea de servicio. Tanto las mujeres como los hombres deben recibir entrenamiento médico adecuado. Las mujeres debieran especialmente estudiar las enfermedades comunes al sexo femenino para aprender a tratarlas. Se considera esencial que los hombres que desean practicar medicina reciban el más amplio entrenamiento posible. De igual manera, es esencial que las mujeres reciban el mismo entrenamiento, y obtengan sus diplomas que les permita ejercer la ciencia médica.—Special Testimonies on Education, 15, 1-2 (1911). HD 90.3
Se necesita un gran número de mujeres médico—En nuestras instituciones médicas siempre debiera haber mujeres de edad madura y buena experiencia que hayan recibido entrenamiento especial para tratar a las pacientes. Su educación y calificaciones debieran ser tan completas como sea posible, de tal manera que puedan tratar las delicadas enfermedades que afectan a las mujeres, sin que estas tengan que exponer sus órganos privados a la vista de un hombre. Debiera haber un número mayor de mujeres en la obra médica, no solo para actuar como enfermeras, sino como médicas. Es una de las prácticas más terribles que las mujeres tengan que exponerse ante los hombres, y los hombres ante las mujeres para ser tratados.—Special Testimonies on Education, 15, 13-14 (1911). HD 90.4
Una pareja de médicos puede actuar eficientemente—En la obra médica misionera que debe ser hecha, las mujeres debieran tratar a las mujeres. Un matrimonio de médicos pueden hacer mucho bien cuando trabajan juntos. La esposa puede visitar a las mujeres, y cuando encuentra enfermedad y sufrimiento puede consultar con su esposo acerca del mejor método de ayudarlas. Debiéramos tener más mujeres de las que tenemos ejerciendo la medicina. Cuando las mujeres enfermas son tratadas por una mujer, se cierra una puerta por la que Satanás intenta entrar. Se me han presentado muchos casos en los que Satanás usó esa puerta para arruinar a las familias. No permitamos que él tenga ventajas en ningún punto. HD 90.5
Desearía que todos entendieran este asunto. En nuestros sanatorios debiera haber doctoras que estén junto a sus esposos médicos para examinar a las mujeres y darles los tratamientos. Muchas otras mujeres sensibles, plenamente convertidas, debieran llegar a ser médicos con buena preparación. HD 91.1
Se me ha dado la instrucción de que nuestros sanatorios debieran tener médicos de ambos sexos.—Medical Ministry, 140 (1910). HD 91.2