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Jesús suple nuestra deficiencia FO 50

No hay excusa para el pecado o para la indolencia. Jesús ha señalado el camino, y desea que sigamos sus pisadas. El ha sufrido. El se ha sacrificado como ninguno de nosotros puede hacerlo, para poder poner la salvación a nuestro alcance. No necesitamos desanimarnos. Jesús vino a nuestro mundo para poner a disposición del hombre el poder divino, a fin de que mediante su gracia pudiéramos ser transformados a su semejanza. FO 50.2

Cuando está en el corazón el propósito de obedecer a Dios, cuando se realizan esfuerzos con ese fin, Jesús acepta esta disposición y esos esfuerzos como el mejor servicio del hombre, y suple la deficiencia con su propio mérito divino. Pero no aceptará a los que pretenden tener fe en El y sin embargo son desleales a los mandamientos de su Padre. Oímos hablar mucho acerca de la fe, pero necesitamos oír mucho más acerca de las obras. Muchos están engañando a sus propias almas al vivir una religión cómoda, complaciente, sin cruz. FO 50.3

Pero Jesús dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Mateo 16:24. FO 50.4