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La lluvia temprana vino en Pentecostés en el año 31 d. C. EUD 158

En obediencia a la orden de Cristo, [los discípulos] aguardaron en Jerusalén la promesa del Padre, el derramamiento del Espíritu. No aguardaron ociosos. El relato dice que estaban “de continuo en el templo, alabando y bendiciendo a Dios”. Lucas 24:53. [...] EUD 158.2

Mientras los discípulos esperaban el cumplimiento de la promesa, humillaron sus corazones con verdadero arrepentimiento, y confesaron su incredulidad [...]. Los discípulos oraron con intenso fervor pidiendo capacidad para encontrarse con los hombres, y en su trato diario hablar palabras que pudieran guiar a los pecadores a Cristo. Poniendo aparte toda diferencia, todo deseo de supremacía, se unieron en estrecho compañerismo cristiano.—Los Hechos de los Apóstoles, 29-30 (1911). EUD 158.3

El Espíritu fue derramado después que los discípulos hubieron llegado a la unidad perfecta, cuando ya no contendían por el puesto más elevado.—Joyas de los Testimonios 3:210-211 (1904). EUD 158.4

El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue el comienzo de la lluvia temprana, y gloriosos fueron los resultados. Hasta el fin del tiempo, la presencia del Espíritu ha de morar con la iglesia fiel.—Los Hechos de los Apóstoles, 45 (1911). EUD 158.5