Ahora bien, se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel. 1 Corintios 4:2. AFC 219.2
Un mayordomo se identifica con su amo. Los intereses de su amo se convierten en los suyos. Ha aceptado las responsabilidades de un administrador, y debe actuar en lugar del amo, haciendo como haría él, si estuviera a cargo de sus posesiones. Este cargo tiene dignidad, porque su amo confía en él. Si un mayordomo actúa egoístamente, y utiliza los bienes de su señor para su beneficio personal, ha falseado la confianza puesta en él. El amo ya no lo puede considerar como un siervo de confianza, alguien de quien se pueda depender. AFC 219.3
Cada cristiano es un administrador de Dios, que tiene a su cargo los bienes del Señor... Que todos los que pretenden ser cristianos obren sabiamente con los bienes del Señor. Dios está haciendo un inventario del dinero que les ha prestado y de las ventajas espirituales que les ha concedido. ¿Harán ustedes, como administradores, un inventario cuidadoso? ¿Harán un examen para ver si están empleando económicamente todo lo que Dios les ha encargado, o si están malgastando los bienes del Señor en gastos egoístas a fin de hacer ostentación? Ojalá que todo lo que se gasta inútilmente se depositara como tesoro en el cielo.—The Review and Herald, 21 de junio de 1898. AFC 219.4
No importa cuán abundantes sean las posesiones o ingresos de una persona, familia o institución, recuerden todos que son únicamente administradores a quienes se ha confiado el dinero del Señor. Toda ganancia, todo pago, nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestras oportunidades serán objeto de rendición de cuenta ante Dios, quien nos los dio.—The Review and Herald, 18 de abril de 1912. AFC 220.1