¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Mateo 14:31. AFC 226.6
“¿Por qué dudaste?” le preguntó Cristo a Pedro cuando se hundía. Podría formulárcenos la misma pregunta... El Señor ha prometido darnos poder para resistir. Al escudriñar las Escrituras encontramos base para confiar, provisión suficiente. Es nuestro privilegio decir valientemente, y sin embargo con humildad: El Señor es mi ayudador, por lo tanto no seré conmovido en mi firmeza. Mi vida está oculta con Cristo en Dios. Porque él vive, yo también viviré. Prometamos ante Dios y los ángeles celestiales que no deshonraremos a Dios pronunciando palabras de desánimo o incredulidad... Cerrad la puerta a la desconfianza, y abrid ampliamente la puerta a la fe. Invitad al Huésped celestial al templo del alma.—The Review and Herald, 9 de junio de 1896. AFC 227.1
Podéis elegir quién gobernará vuestro corazón y controlará vuestra mente. Si elegís abrir la puerta a las sugestiones del maligno, vuestra mente estará llena de desconfianza y rebeldía. Podéis manifestar vuestros sentimientos, pero cada duda que expresáis es una semilla que germinará y dará fruto en la vida de otro, y será imposible contrarrestar la influencia de vuestras palabras. Podéis restableceros de vuestro período de tentación... pero otros que han sido conmovidos por vuestra influencia tal vez no sean capaces de escapar de la incredulidad que habéis sugerido. Cuán importante es que hablemos a los que nos rodean únicamente cosas que produzcan fortaleza espiritual e iluminen.—The Review and Herald, 11 de febrero de 1890. AFC 227.2
Tenemos el deber de estimular la fe, de hablar de la fe... Si expresamos dudas, y estimulamos la duda, tendremos abundantes dudas, porque Satán nos ayudará en esta obra. Necesitamos corazones y labios santificados. Necesitamos respirar en la rica y tonificante atmósfera que procede de la Canaán celestial.—Manuscrito 66, 1895. AFC 227.3