¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! Salmos 31:19. AFC 229.3
Cuanto más nuestra fe se aferre de Cristo con una perfecta confianza, tanto más paz disfrutaremos. La fe aumentará con el ejercicio. La regla de Dios es: Un día nada más. Día a día, realizad el trabajo diario como si tuvierais conciencia de que estáis obrando ante la vista de los ángeles, querubines y serafines, Dios y Cristo. “Hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres”. 1 Corintios 4:9. “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Mateo 6:11. “Y como tus días serán tus fuerzas”. Deuteronomio 33:25. “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe”. Hebreos 12:2. Viviendo así, el Espíritu ayuda nuestra memoria, santifica cada facultad y nos recuerda nuestra dependencia constante del cuidado de nuestro Padre celestial. Entonces se disciernen las tentaciones de Satanás y se resisten más fácilmente, porque en el corazón hay una tendencia constante a acercarse a Dios. El sentimiento de autosuficiencia, que causa la ruina de tantas almas, no tiene un ambiente adecuado para proliferar. AFC 229.4
“Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33. Esta es una preciosa promesa formulada por Uno que cumple cada palabra que pronuncia. ¿Entonces por qué tememos, desconfiamos y no creemos? Nuestro tiempo pertenece al Señor. Nuestros talentos son del Señor. Entonces, ¿cómo puede alguien sentirse independiente, no sujeto al Espíritu de Dios, independiente de la voluntad de Dios, independiente de las providencias y los planes de Dios? En vuestra supuesta independencia sois esclavos de un poder que está en rebelión contra Dios.—Manuscrito 56, 1893. AFC 230.1