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Un caballo y un coche para la visitante EGWE 173

Las caminatas se le hacían cada vez más difíciles a la Hna. White. Sentía dolores en una cadera, y ambos tobillos—que se le habían fracturado en algunas ocasiones—esto le ocasionaba problemas. Cierto sábado cojeaba tanto que tuvo que hablar desde una silla. Todos concordaron en que necesitaba un caballo y un coche. Ella seguía demorando la compra porque pensaba que ese dinero era muy necesario para la misión, pero finalmente accedió. EGWE 173.3

El Dr. Juan Harvey Kellogg ofreció la suma necesaria para la compra, pero cuando llegó su ofrecimiento ella ya había obtenido un préstamo para comprar un coche de segunda mano y “un caballo común”. Encontró un coche cómodo, y hasta observó que sólo necesitaba que se lo engrasara dos o tres veces por año. En 1887, antes de abandonar Europa, vendió el equipo y donó el importe que obtuvo para la obra allí. EGWE 173.4