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La necesidad de mejores lugares para reunirse EGWE 112

Mientras estuvo en Copenhague, el Señor la indujo a hablar francamente con los ministros acerca del carácter sagrado de la obra que había sido encomendada a la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Se refirió a la pobreza de las salas que habían contratado para celebrar las reuniones durante su estada. Al respecto, dijo lo siguiente: EGWE 112.1

“No estoy en absoluto convencida de que estos salones pequeños y oscuros son los mejores lugares que se pudieron conseguir, o que en esta gran ciudad de 320.000 habitantes haya que dar el mensaje en un sótano que tiene capacidad para apenas 200 personas, y de éstas, sólo la mitad sentadas, de modo que gran parte de la congregación debe permanecer de pie. Cuando Dios envía ayuda a nuestros hermanos, ellos deben hacer esfuerzos fervorosos, aunque esto implique algún sacrificio, para llevar la luz a la gente”.—Ibid. 184. EGWE 112.2

Más tarde, en Orebro, Suecia, se produjo una circunstancia similar, debido a que las reuniones públicas a cargo de la Sra. de White se desarrollaron en una casa particular. Es verdad que los hermanos contaban con escasos recursos económicos, pero el carácter del mensaje real, enviado por el Rey del universo a sus súbditos terrenales, merecía buenos auditorios o salas, ya fuera en Copenhague, en Orebro o en cualquier ciudad o pueblo del mundo. EGWE 112.3