Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Marcos 4:40. AFC64 229.1
¿Por qué tenemos una fe tan débil? ... Tenemos tan poca fe, somos tan incrédulos, que el Señor no puede hacer por nosotros lo que desea realizar. Nuestra mente alberga dudas muy tristes y difíciles de disipar. AFC64 229.2
Debemos enfrentar valientemente a esas dudas que abruman el alma, y debemos decirle al alma que debe vencerlas de inmediato. No demoréis, porque no puede haber paz cuando se ha perdido la fe. No necesitamos manifestar esas dudas, porque pueden hacer vacilar a alguna pobre alma. Examinémoslas a la luz de la Palabra de Dios; luego hablemos de ellas con Jesús teniendo en la mano sus promesas, y oremos para que las quite. Digámosle al Señor: “Creo; ayuda mi incredulidad”. Marcos 9:24. No coloquemos ninguna duda en una silla confortable y cómoda. Es un huésped peligroso cuando se le permite arraigarse en la mente y contrarrestar la fe. AFC64 229.3
La fe genuina es vida, y donde hay vida hay crecimiento. La vida que Jesús imparte está destinada a crecer cada vez más. Una fe viva significa un aumento de vigor, una confianza segura, mediante los cuales el alma se convierte en un poder vencedor. El que bebe del agua de la vida que Jesús ha dado, posee dentro de sí una fuente de agua que salta para vida eterna. Aunque quede separada de todas las fuentes creadas, es alimentada por el manantial oculto. Es una fuente perpetua, en comunicación inmediata con la inextinguible fuente de vida. AFC64 229.4
El Señor es deshonrado cuando cualquiera que profesa su nombre adolece de vaciedad interior. Esto representa mal a Dios. Nada fuera de Cristo manifestado en el espíritu, la vida y el carácter puede revelar a Dios a un mundo que no le conoce.—Carta 70, 1897. AFC64 229.5