La profecía que parecía revelar con la mayor claridad el tiempo de la segunda venida era la de (Daniel 8:14): “Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el santuario” (VM). Siguiendo la regla de hacer que la Escritura se intérprete a sí misma, Miller aprendió que un día en la profecía simbólica representa un año (Números 14:34; Ezequiel 4:6); vio que el período de 2.300 días proféticos, o años literales, se extendería más allá del fin de la dispensación judaica, y que por consiguiente no podía referirse al Santuario de esa dispensación. Miller aceptaba la creencia general de que durante la era cristiana la Tierra es el Santuario, y por tanto dedujo que la purificación del Santuario predicha en (Daniel 8:14) representaba la purificación de la Tierra con fuego en la segunda venida de Cristo. Llegó pues a la conclusión de que si se podía encontrar el preciso punto de partida de los 2.300 días, sería fácil fijar el tiempo del segundo advenimiento...—Ibíd. 76. CES 54.2
Miller siguió escudriñando las profecías con más empeño y fervor que nunca, dedicando noches y días enteros al estudio de lo que resultaba entonces de tan inmensa importancia y absorbente interés. En el (capítulo 8) de Daniel no pudo encontrar algún indicio para el punto de partida de los 2.300 días; aunque se le mandó que hiciera entender la visión a Daniel, el ángel Gabriel sólo le dio una explicación parcial. Cuando el profeta vio las terribles persecuciones que sobrevendrían a la iglesia, desfallecieron sus fuerzas físicas. No pudo soportar más, y el ángel lo dejó por algún tiempo. Daniel quedó “sin fuerzas” y estuvo “enfermo algunos días”. Dice: “Estaba asombrado de la visión; mas no hubo quien la explicase”. CES 55.1
Sin embargo Dios había mandado a su mensajero: “¡Haz que éste entienda la visión!” Esa orden debía ser cumplida. En obediencia a ella, el ángel, poco tiempo después, volvió a Daniel y le dijo: “Ahora he salido para hacerte sabio de entendimiento... entiende pues la palabra, y alcanza inteligencia de la visión”. Daniel 8:27, 16; 9:22, 23, VM. Había un punto importante en la visión del (capítulo 8) que no había sido explicado, a saber, el que se refería al tiempo: el período de los 2.300 días; por consiguiente, el ángel, al reanudar su explicación, se espacia en la cuestión del tiempo: CES 55.2
“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad... Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, más no por sí... Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”. Daniel 9:24-27. CES 55.3
El ángel había sido enviado a Daniel con el propósito expreso de que le explicara el punto que había fallado en entender en la visión del (capítulo 8), el dato relativo al tiempo: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”. Después de mandar a Daniel que “entienda... la palabra” y que alcance “inteligencia de la visión”, las primeras palabras del ángel son: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad”. La palabra traducida aquí por “determinadas” significa literalmente “cortadas de”. El ángel declara que las 70 semanas, que representaban 490 años, debían ser “cortadas de” por pertenecer especialmente a los judíos. ¿Pero de dónde fueron cortadas? Como los 2.300 días son el único período de tiempo mencionado en el (capítulo 8), deben constituir el período del que fueron cortadas las 70 semanas; por tanto, las 70 semanas deben formar parte de los 2.300 días, y ambos períodos deben comenzar juntos. El ángel declaró que las 70 semanas datan de la salida del edicto para reedificar Jerusalén. Si se puede encontrar la fecha de ese edicto, entonces queda fijado el punto de partida del gran período de los 2.300 días. CES 55.4
Ese decreto se encuentra en el (capítulo 7) de Esdras. Vers. 12-26. Fue expedido en su forma más completa por Artajerjes, rey de Persia, en el año 457 a.C. Pero en (Esdras 6:14) se dice que la casa del Señor fue edificada en Jerusalén “por decreto de Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia” (NVI). Estos tres reyes, al expedir, reafirmar y completar el decreto, lo pusieron en la perfección requerida por la profecía para que marcase el comienzo de los 2.300 años. Al tomar el año 457 a.C., el tiempo cuando el decreto fue completado, como fecha de la orden, se vio que se había cumplido cada especificación de la profecía referente a las 70 semanas. CES 56.1
“Desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas”; es decir, 69 semanas, o 483 años. El decreto de Artajerjes fue puesto en vigencia en el otoño del 457 a.C. Al partir de esta fecha, los 483 años se extienden hasta el otoño del 27 d.C.*[Nota: De acuerdo con el cómputo judío, el 5 mes (Ab) del 7 año del reinado de Artajerjes se extiende desde el 23 de julio hasta el 21 de agosto del 457 a.C. Después que Esdras llegó a Jerusalén en el otoño de ese año, se puso en ejecución el decreto del rey. Acerca de la certeza de que el 457 a.C. fue el 7o año de Artajerjes, véase S. H. Horn y L. H. Wood, The Chronology of Ezra 7 (Washington, D.C.: Review and Herald, 1953 y 1969); E. G. Kraeling, The Brooklyn Museum Aramaic Papyri (New Haven o Londres, 1953), págs. 191-193; Comentario Bíblico Adventista 3:100-114.] Entonces fue cuando se cumplió esta profecía. La palabra “Mesías” significa “el Ungido”. En el otoño del 27 d.C., Cristo fue bautizado por Juan [el Bautista] y recibió la unción del Espíritu Santo. El apóstol Pedro testifica que “Dios ungió con Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret”. Hechos 10:38. Y el mismo Salvador declara: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres”. Después de su bautismo, Jesús volvió a Galilea, “predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido”. Lucas 4:18; Marcos 1:14, 15. CES 56.2
“Y por otra semana confirmará el pacto con muchos”. La “semana” de la cual se habla aquí es la última de las 70; son los 7 últimos años del período concedido especialmente a los judíos. Durante ese tiempo, que se extendió del año 27 al año 34 d.C., Cristo, primero en persona y luego por intermedio de sus discípulos, presentó la invitación del evangelio especialmente a los judíos. Cuando los apóstoles salieron para proclamar las buenas nuevas del reino, las instrucciones del Salvador fueron: “Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Mateo 10:5, 6. CES 57.1
“A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”. En el año 31 d.C., 3 1/2 años después de su bautismo, nuestro Señor fue crucificado. Con el gran sacrificio ofrecido en el Calvario, terminó aquel sistema de ofrendas que durante 4.000 años había prefigurado al Cordero de Dios. El tipo se encontró con el antitipo, y todos los sacrificios y las oblaciones del sistema ceremonial debían cesar. CES 57.2
Las 70 semanas, o 490 años concedidos a los judíos, terminaron, como lo vimos, en el año 34 d.C. En dicha fecha, por auto del Sanedrín judío, la nación selló su rechazo del evangelio con el martirio de Esteban y la persecución de los seguidores de Cristo. Entonces el mensaje de salvación, ya no más limitado al pueblo elegido, fue dado al mundo. Los discípulos, obligados por la persecución a huir de Jerusalén, “predicaban la palabra por dondequiera que iban. Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les anunciaba al Mesías”. Pedro, guiado por Dios, dio a conocer el evangelio al centurión de Cesarea, el piadoso Cornelio; y el ardiente Pablo, ganado a la fe de Cristo, fue comisionado para llevar las alegres nuevas “lejos, a los gentiles”. Hechos 8:4, 5; 22:21, NVI. CES 57.3
Hasta aquí cada uno de los detalles de las profecías se ha cumplido de una manera sorprendente, y el principio de las 70 semanas queda establecido irrefutablemente en el año 457 a.C. y su fin en el año 34 d.C. Al partir de esta fecha no es difícil encontrar el final de los 2.300 días. Las 70 semanas -490 días-, cortadas de los 2.300 días, dejan 1.810 días. Concluidos los 490 días, quedarían aún por cumplirse los 1.810 días. Al contar desde el 34 d.C., los 1.810 años llegan al año 1844. Por consiguiente, los 2.300 días de (Daniel 8:14) terminaron en 1844. Al fin de ese gran período profético, según el testimonio del ángel de Dios, “el santuario” debía ser “purificado”. De este modo la fecha de la purificación del Santuario -la cual se creía casi universalmente que se verificaría en la segunda venida de Cristo- quedó establecida definitivamente. CES 58.1
Miller y sus colaboradores creyeron primero que los 2.300 días terminarían en la primavera de 1844, mientras que la profecía señala al otoño de ese año. La equivocación en este punto fue causa de chasco y perplejidad para los que habían fijado para la primavera de dicho año el tiempo de la venida del Señor. Pero esto no afectó en lo más mínimo la fuerza del argumento que demuestra que los 2.300 días terminaron en el año 1844 y que el gran acontecimiento representado por la purificación del Santuario debía verificarse entonces. CES 58.2