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Saulo llega a ser Pablo, apóstol de los gentiles, 29 de octubre CT 311

“Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón”. Hechos 9:4, 5. CT 311.1

Pablo había sido educado por los maestros más sabios de ese tiempo. Había sido enseñado por Gamaliel. Pablo era rabí y estadista. Era miembro del Sanedrín y era muy celoso en su afán de eliminar el cristianismo. Estuvo presente en el apedreamiento de Esteban y leemos luego que “Saulo asolaba a la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba a la cárcel”. Pero detuvo su carrera de persecución. CT 311.2

Mientras estaba en camino a Damasco a fin de arrestar a cualquier cristiano que pudiera encontrar, “repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?... CT 311.3

Cuando Saulo se convirtió se lo llamó Pablo. Él se unió a los discípulos y estuvo entre los principales apóstoles”.—Manuscrito 95, 1899. CT 311.4

Aunque los apóstoles con frecuencia fueron abatidos en sus conflictos con personas malvadas y con los poderes de las tinieblas, se les permitió tomar parte nuevamente en el conflicto, teniendo por delante el triunfo o la muerte. Como evidencia de que habían participado en los sufrimientos de su Señor crucificado llevaban en su cuerpo las cicatrices, escaras y heridas que habían recibido por causa de testificar de su Señor. CT 311.5

Los diversos episodios de liberación y preservación milagrosa en medio de dificultades, daban testimonio de que Jesús vivía y que sus seguidores eran protegidos por su poder.—Manuscrito 58, 1900. CT 311.6

El justo y fiel Esteban fue apedreado hasta la muerte por los enemigos de Cristo. Seguramente no parecía que Dios estuviera fortaleciendo su causa en la tierra permitiendo triunfar así a los impíos; pero en esta misma circunstancia Pablo fue convertido a la fe y mediante su palabra miles fueron llevados a la luz del Evangelio.—Carta 10, 1879. CT 311.7

Los que fueron seleccionados para la obra de Dios han de ser hombres y mujeres fieles y genuinos, obreros a quienes Dios puede instruir, que han de impartir lo que ellos reciban, proclamando sin reserva la voluntad de Dios, señalando a todos con quienes se relacionen, cuál es el mejor camino. Los que son nuevas criaturas en Cristo nacen a un conflicto, a un esfuerzo y a una labor; nacen a una vida en la que deben enrolarse en la buena batalla de la fe. Siempre contarán a su alcance con un poder por el cual podrán obtener la victoria, un poder que los capacitará para ser más que vencedores ante las dificultades que encuentren.—Carta 150, 1900. CT 311.8