Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. 2 Corintios 4:6. ELC 72.1
Se han tomado medidas para que la comunicación entre el Cielo y nuestras almas sea libre y abierta. El hombre finito puede ponerse donde los rayos de luz y gloria del trono de Dios le sean concedidos abundantemente. La luz del conocimiento de la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Jesucristo puede resplandecer sobre él. Él puede colocarse donde pueda decirse de él: “Vosotros sois la luz del mundo”. Si no fuera por la comunicación entre el cielo y la tierra, no habría luz en el mundo. Como Sodoma y Gomorra, todos los hombres perecerían bajo el justo juicio de Dios. Pero el mundo no ha sido dejado en las tinieblas. La longánime misericordia de Dios todavía se extiende a los hijos de los hombres y él desea que los rayos de luz que emanan del trono de Dios sean reflejados por los hijos de luz... ELC 72.2
Es nuestro privilegio estar con la luz del Cielo sobre nosotros. Así fue como Enoc caminó con Dios. No era más fácil para Enoc vivir una vida justa de lo que lo es para nosotros en nuestros días. El mundo de su tiempo no era más favorable para el crecimiento en gracia y santidad de lo que lo es ahora. ELC 72.3
Mediante la oración y la comunión con Dios Enoc pudo escapar de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. Estamos viviendo en los peligros de los últimos días, y debemos recibir nuestra fuerza de la misma Fuente. Debemos caminar con Dios. Se nos pide una separación del mundo, porque no podemos quedar libres de su contaminación a menos que sigamos el ejemplo del fiel Enoc... ELC 72.4
Los que profesan la religión de Cristo deberían comprender la responsabilidad que pesa sobre ellos. Deberían darse cuenta que esto es una obra individual.—The Review and Herald, 9 de enero de 1900. ELC 72.5