Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza. El solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré. Salmos 62:5, 6. ELC 126.1
Se nos ha dado a cada uno el inestimable privilegio de ser un hijo de Dios. ¿Por qué, pues, hemos de estar tristes? Somos pecadores, pero tenemos un Salvador que quita nuestros pecados, porque en él no hay pecado. Tenemos que hacer frente a muchas dificultades, muchos inquietantes problemas que resolver. Pero tenemos un todopoderoso Ayudador que escuchará nuestras peticiones con la misma disposición voluntaria y feliz con la cual atendió los pedidos de los que acudieron a él cuando estaba personalmente sobre la tierra. Os pido que no quitéis de sus manos el gobierno de vuestras vidas. ELC 126.2
¿Cometéis errores? No os desaniméis. El Señor puede permitir que cometáis pequeños errores para salvaros de hacerlos mayores. Id a Jesús y pedidle que os perdone, luego creed que lo hace. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad”. 1 Juan 1:9.—The Review and Herald, 7 de abril de 1904. ELC 126.3
Cuando el desánimo os oprima pesadamente, leed estos versículos: ... “Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. Pero de día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida. Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo? ... ¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. Salmos 42:7-11... ELC 126.4
“Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aún más allá de la muerte”. Salmos 48:14.—Ibid. ELC 126.5