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El té y el café ECFP 30

El té y el café, como el tabaco, tienen un efecto pernicioso sobre el organismo. El té es intoxicante. Aunque en menor grado, su efecto es el mismo en carácter que el de los licores espirituosos. El café tiene una mayor tendencia a entenebrecer el intelecto y a debilitar las energías. No es tan poderoso como el tabaco, pero es similar en sus efectos. Los argumentos presentados contra el tabaco también deben ser empleados contra el uso del té y el café. ECFP 30.3

Cuando los que tienen el hábito de usar té, café, tabaco, opio, o licores alcohólicos, son privados de esta complacencia habitual, encuentran que es imposible participar con interés y con celo en el culto de Dios. La gracia de Dios parece carente de poder para avivar o espiritualizar sus oraciones o sus testimonios. Estos cristianos profesos deben considerar la fuente de su gozo. ¿Es de arriba o de abajo? ECFP 31.1

Al que usa estimulantes, todas las cosas le parecen insípidas sin la complacencia favorita. Esto amortece las sensibilidades naturales tanto del cuerpo como de la mente, y hace que éstos sean menos susceptibles a las influencias del Espíritu Santo. En ausencia del estimulante habitual, siente un hambre del cuerpo y del alma, no de justicia, de santidad, ni de la presencia divina, sino de su ídolo acariciado. En la complacencia de los deseos perniciosos, los profesos cristianos debilitan diariamente sus potencias, imposibilitándose para glorificar a Dios. ECFP 31.2