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En la presencia del infinito ECFP 36

Repentinamente el rostro del rey palideció de terror. Sus ojos estaban fijos en las llamas resplandecientes, y volviéndose a sus jerarcas dijo: “¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego?” La respuesta fue: “Es verdad, oh rey”. Y ahora el monarca exclamó: “He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses”. Daniel 3:24, 25. ECFP 36.3

Cuando Cristo se manifiesta a sí mismo a los hijos de los hombres, un poder invisible habla a sus almas. Se sienten en la presencia del Infinito. Ante su majestad, los reyes y los nobles tiemblan, y reconocen que el Dios vivo está por encima de todo poder terrenal. ECFP 37.1

Con remordimiento y vergüenza, exclamó: “Siervos del Dios Altísimo, salid y venid”. Daniel 3:26. Y ellos obedecieron, mostrándose sin ningún daño ante la vasta multitud; ni siquiera el olor del fuego salía de sus mantos. Este milagro produjo un cambio notable en la mente del pueblo. La grande imagen de oro, erigida con tanta ostentación, fue olvidada. El rey publicó un decreto según el cual toda persona que hablara contra el Dios de estos hombres sería muerta “por cuanto no hay dios que pueda librar como éste”. Daniel 3:29. ECFP 37.2