Y vi a un ángel descender del cielo, que tenía la llave del abismo, y una grande cadena en su mano. Y prendió al dragón, aquella serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y le ató por mil años. Apocalipsis 20:1, 2. FV 355.1
“A la venida de Cristo los impíos serán borrados de la superficie de la tierra—matados con el espíritu de su boca y destruidos con el resplandor de su gloria. Cristo lleva a su pueblo a la ciudad de Dios, y la tierra es despojada de sus habitantes.... Toda la tierra tiene el aspecto desolado de un desierto. Las ruinas de las ciudades y aldeas destruidas por el terremoto, los árboles desarraigados, las rocas escabrosas arrojadas al mar o arrancadas de la misma tierra, están esparcidas por la superficie de ésta, al paso que grandes cuevas marcan el sitio donde las montañas han sido rasgadas desde sus cimientos.”—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 715, 716. FV 355.2
“La tierra va a ser el hogar de Satanás y de sus ángeles malos durante mil años. Aquí estará confinado para vagar de un lado a otro sobre la superficie de la tierra y ver los efectos de su rebelión contra la ley de Dios. Durante mil años podrá recoger el fruto de la maldición que él causó. Limitado a esta tierra no podrá dirigirse a otros planetas para tentar y molestar a los seres no caídos. Durante ese tiempo Satanás sufrirá terriblemente. Desde su caída ha estado ejerciendo constantemente sus tretas malignas. Pero entonces estará privado de su poder y podrá reflexionar sobre el papel que ha desempeñado desde su caída y mirar hacia adelante con temblor y terror, al espantoso futuro cuando sufrirá por todo el mal que ha hecho y será castigado por todos los pecados que ha hecho cometer.”—Early Writings, 290. FV 355.3