Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. Efesios 2:19, 20. RJ 216.1
El enemigo de la justicia no escatimaba ningún esfuerzo para detener la obra encomendada a los edificadores del Señor. Pero Dios “no se dejó a sí mismo sin testimonio”. Hechos 14:17. Se levantaron obreros capaces de defender la fe una vez dada a los santos. La historia registra la fortaleza y el heroísmo de esos hombres. Como los apóstoles, muchos de ellos cayeron en sus puestos, pero la construcción del templo siguió avanzando constantemente. Los obreros fueron muertos, pero la obra prosiguió. Los valdenses, Juan Wiclef, Hus y Jerónimo, Martín Lutero y Zwinglio, Cranmer, Latimer y Knox, los hugonotes, Juan y Carlos Wesley, y una hueste de otros, colocaron sobre el fundamento materiales que durarán por toda la eternidad. Y años después, los que se esforzaron tan noblemente para promover la circulación de la Palabra de Dios, y los que por su servicio en países paganos prepararon el camino para la proclamación del último gran mensaje, también ayudaron a levantar la estructura. RJ 216.2
Durante los años transcurridos desde los días de los apóstoles, la edificación del templo de Dios nunca cesó. Podemos lanzar una mirada retrospectiva a través de los siglos, y ver las piedras vivas de las cuales está compuesto, resplandeciendo como luces en medio de las tinieblas del error y la superstición. Por toda la eternidad esas preciosas joyas brillarán con creciente fulgor, dando testimonio acerca del poder de la verdad de Dios. La centelleante luz de esas piedras pulidas revela el inmenso contraste que hay entre la luz y las tinieblas, entre el oro de la verdad y la escoria del error. RJ 216.3
Pablo y los otros apóstoles, y todos los justos que han vivido desde entonces, hicieron su parte en la construcción del templo. Pero la estructura todavía no está completa. Los que vivimos en este tiempo tenemos una obra que hacer, una parte que realizar. Tenemos que traer material para el fundamento, que resista la prueba del fuego: oro, plata y piedras preciosas, “labradas como las de un palacio”. Salmos 144:12. A los que edifican así para Dios, Pablo les dirige palabras de ánimo y amonestación: “Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa”. 1 Corintios 3:14. El cristiano que presenta fielmente la Palabra de vida, guiando a hombres y mujeres por el camino de la santidad y la paz, coloca sobre el fundamento material que perdurará, y en el reino de Dios será honrado como sabio constructor.—Los Hechos de los Apóstoles, 493, 494. RJ 216.4