Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Mateo 5:7. RJ 219.1
El Señor Jesús dijo: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. Nunca hubo mayor necesidad de misericordia que hoy. Los pobres, los afligidos, los angustiados, los dolientes y los que están listos para perecer nos rodean. RJ 219.2
Los que han adquirido riquezas las lograron por el ejercicio de los talentos que recibieron de Dios; pero los talentos para la adquisición de propiedades les fueron dados para que pudieran aliviar a los que están en la pobreza. Estos dones les fueron otorgados a los hombres por quien hace brillar el sol y caer la lluvia sobre justos e injustos, para que por la fecundidad de la tierra los hombres pudieran tener amplia provisión para compartir con los que están en necesidad. Los campos fueron bendecidos por Dios, pues “por tu bondad, oh Dios, has provisto al pobre”. Salmos 68:10. RJ 219.3
Los acontecimientos han sido ordenados de tal manera por la providencia de Dios que los pobres siempre estarán con nosotros, para que el corazón humano pueda ejercitar constantemente los atributos de la misericordia y del amor. El hombre ha de cultivar la ternura y la compasión de Cristo; no ha de alejarse de los sufrientes, los afligidos, los necesitados y los angustiados.—The Signs of the Times, 13 de junio de 1892. RJ 219.4
Son muchos los que se quejan de Dios porque hay tanta necesidad y dolor en el mundo; pero Dios no quiso nunca que existiese esta miseria. Nunca quiso que un hombre tuviese abundancia de los lujos de la vida, mientras que los hijos de otros lloraran por pan. El Señor es un Dios benévolo.—Joyas de los Testimonios 2:511. RJ 219.5
Si los hombres cumplieran sus deberes como fieles mayordomos de los bienes de su Señor, no habría quién clamara por pan, nadie sufriría privaciones, nadie estaría desnudo y con necesidad. Es la infidelidad de los hombres la que provoca el estado de sufrimiento en el que está sumergida la humanidad. Si tan sólo los que han sido hechos mayordomos utilizaran los bienes de su Señor para el propósito con que les fueron dados, no existiría este estado de sufrimiento. El Señor prueba a los hombres dándoles una abundancia de cosas buenas, así como probó al hombre rico de la parábola. Si somos infieles en las riquezas terrenales, ¿quién nos confiará las riquezas verdaderas? Los que han soportado la prueba en la tierra, los que han sido hallados fieles, los que obedecieron las órdenes del Señor de ser misericordiosos y de usar sus medios para el avance de su reino, oirán de los labios de su Dueño: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”. Mateo 25:21.—The Review and Herald, 26 de junio de 1894. RJ 219.6