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Ser honesto con los demás y con Dios, 3 de junio SSJ 161

Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y justo tendrás, para que tus días sean prolongados sobre la tierra que Jehová tu Dios te da. Deuteronomio 25:15. SSJ 161.1

Es mejor tratar honestamente con sus semejantes y con Dios. Usted depende de Cristo para cada favor del que goza; depende de él para la vida futura inmortal, y no puede darse el lujo de no tener puesta su mirada en el galardón. Los que comprenden su dependencia de Dios sentirán que deben ser honrados con sus semejantes, y por sobre todo deben ser honrados con Dios, de quien proceden todas las bendiciones de la vida. La desobediencia a los mandamientos positivos dados por Dios concernientes a los diezmos y las ofrendas, queda registrada en los libros del cielo como un robo perpetrado contra él. SSJ 161.2

Nadie que es deshonesto con Dios o con sus semejantes puede prosperar... El Señor nos ha comprado por su preciosa sangre, y es por su misericordia y gracia por lo que podemos esperar el gran don de la salvación. Y se nos manda que hagamos justicia, amemos misericordia y nos humillemos para andar con nuestro Dios. Y sin embargo, el Señor declara: “Me habéis robado... vosotros la nación toda me habéis robado”. Malaquías 3:8, 9.—The Review and Herald, 17 de diciembre de 1889. SSJ 161.3

Cuando tratamos injustamente a nuestros semejantes o a Dios, despreciamos la autoridad divina e ignoramos el hecho de que Cristo nos ha comprado con su propia vida. SSJ 161.4

El mundo está robando a Dios en gran medida. Cuanto más riquezas él les imparte, tanto más la gente las reclama como suyas para ser empleadas como a ellos les agrada. ¿Pero irán en pos de las costumbres del mundo los profesos seguidores de Cristo? ¿Perderemos la paz de la conciencia, la comunión con Dios y la comunidad con nuestros hermanos y nuestras hermanas debido a que hemos fallado en dedicar a su causa la porción que él reclama como suya? SSJ 161.5

Que los que pretenden ser cristianos recuerden: están trabajando con el capital que Dios les ha confiado, y se requiere de ellos que sigan fielmente las instrucciones de las Escrituras concernientes a su uso. Si viven en armonía con Dios, no cometerán ningún desfalco con los bienes de su Señor, ni los invertirán en sus propias empresas egoístas.—Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 82, 83. SSJ 161.6