La instrucción que el Señor me ha dado es que no se debe evitar un campo de servicio porque tenga elementos objetables. Este mundo fue endurecido y estropeado por la maldición, pero aun así Cristo vino a él. Él, el Hijo del Dios altísimo, se hizo carne, y habitó entre nosotros. Alegremente dejó su exaltada posición para tomar su lugar a la cabeza de la raza caída; haciéndose pobre, para que mediante su pobreza nosotros fuéramos enriquecidos.—An Appeal for the Medical Missionary College, 11, 12. MM 427.1