Se me ha advertido (1890) que de aquí en adelante tendremos una confrontación constante. La ciencia, así llamada, y la religión estarán en oposición porque el hombre finito no comprende el poder y la grandeza de Dios. Estas palabras de la Santa Escritura se me presentaron: “Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.” MM 127.2
Esto se verá con seguridad dentro del pueblo de Dios, y habrá personas incapaces de percibir las verdades más maravillosas e importantes para este tiempo, verdades que son esenciales para su propia seguridad y salvación, mientras asuntos que son en comparación como los más pequeños átomos, asuntos en los cuales escasamente hay un grano de verdad, se ventilan ampliamente y son magnificados por el poder de Satanás para hacerlos aparecer como de máxima importancia. La visión moral de estos hombres es enfermiza; no sienten su necesidad de la unción celestial para poder discernir las cosas espirituales. Se consideran ellos mismos demasiado sabios para errar. MM 127.3
Las personas que no tienen una experiencia diaria en las cosas de Dios no se comportarán con sabiduría al relacionarse con las responsabilidades sagradas; tomarán equivocadamente la luz como si fuera error, y al error especioso llamarán luz: cambiando fantasmas por realidades y realidades por fantasmas, llamando mundo a un átomo y átomo a un mundo. Caerán en los engaños y las fantasías que Satanás ha preparado como trampas escondidas para atrapar los pies de los que piensan que pueden caminar en su sabiduría humana sin la gracia especial de Cristo. Jesús busca a hombres que vean: que no vean a hombres como árboles que caminan, sino que vean todas las cosas con claridad. Hay un solo remedio para el alma pecaminosa, y a menos que se reciba ese remedio, la gente aceptará un engaño tras otro hasta que se perviertan sus sentidos... MM 128.1