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La oración sustentaba la vida espiritual de Jesús Or 206

No solo en la cruz se sacrificó Cristo por la humanidad. Cuando “anduvo haciendo bienes”, su experiencia cotidiana era un derramamiento de su vida. Solo de un modo se podía sostener semejante vida. Jesús vivió dependiendo de Dios y de su comunión con él. Los hombres acuden de vez en cuando al lugar secreto del Altísimo, bajo la sombra del Omnipotente; permanecen allí un tiempo, y el resultado se manifiesta en acciones nobles; luego falla su fe, se interrumpe la comunión con Dios, y se echa a perder la obra de la vida. Pero la vida de Jesús era una vida de confianza constante, sostenida por una comunión continua, y su servicio para el cielo y la tierra fue sin fracaso ni vacilación. Or 206.4

Como hombre, suplicaba ante el trono de Dios, hasta que su humanidad se cargaba de una corriente celestial que unía la humanidad con la Divinidad. Recibía vida de Dios, y la impartía a los hombres.—La Educación, 80, 81. Or 207.1