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Jesús oraba por nosotros Or 210

Jesús a menudo estaba cansado del trabajo incesante, de la abnegación y del sacrificio propio que hacía para bendecir al sufriente y al necesitado. Pasó noches enteras en oración en las solitarias montañas, no debido a sus debilidades y necesidades, sino porque vio, sintió, la debilidad de vuestras naturalezas para resistir las tentaciones del enemigo en estos mismos puntos donde sois vencidos vosotros ahora. Sabía que seríais indiferentes con respecto a vuestros peligros y que no sentiríais vuestra necesidad de orar. Por nuestra causa derramó sus oraciones ante el Padre con grandes clamores y lágrimas.—La Maravillosa Gracia, 166. Or 210.1