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La santidad del momento, el lugar de la oración y la adoración pública Or 239

La verdadera reverencia hacia Dios tiene su origen en la comprensión de su infinita grandeza, y en la sensación de su presencia. El corazón de todo niño debería ser profundamente impresionado por esta presencia del Invisible. Debería enseñarse al niño a considerar sagrados la hora y el lugar de la oración y los cultos públicos, porque Dios está en ellos. Y al manifestar reverencia en la actitud y la conducta, el sentimiento que lo inspire se profundizará.—La Educación, 237. Or 239.1

La oración, ya se eleve en público, ya se ofrezca sobre el altar de la familia o en secreto, coloca al hombre directamente en presencia de Dios. Mediante la oración constante los jóvenes pueden adquirir principios tan firmes que ni siquiera las tentaciones más arrolladoras los aparten de su fidelidad hacia Dios.—Mi vita hoy, 18. Or 239.2